BILBAO. La campaña de 2007 no fue fácil. La ilegalización parcial de ANV arrojaría semanas después una atípica imagen institucional presidida por la representación institucional mutilada, y la formación centró sus esfuerzos electorales en hacer ver su descontento. Mientras amenazaba con acudir a los actos del resto de los partidos para recriminar la anulación de sus listas, las actuaciones vandálicas comenzaron a cebarse con las formaciones. En ese momento, la izquierda abertzale histórica justificaba ese proceder en el descontento de la ciudadanía vasca. Con el alto el fuego de ETA y la participación de Bildu, esta campaña ha pasado a conocer una tranquilidad de la que no pudo gozar en la anterior convocatoria municipal y foral. Sin embargo, en las últimas jornadas, las actuaciones contra los carteles de partidos como el PNV o Aralar han recordado viejos tiempos que podían parecer olvidados.

Este fin de semana ha resultado ser especialmente prolífico en la materia. En Lekeitio, desconocidos escribieron la palabra faxistak sobre los carteles del candidato jeltzale, cuyo rostro fue cubierto con pegatinas rojigualdas que mostraban la leyenda morroi -siervo-. En Bergara, una carpa del partido sufrió daños de consideración tras un sabotaje. En Orduña, una diana amenazaba a su candidato. "Vas a morir", rezaba el añadido al cartel, y ataques similares han tenido lugar en muchas otras localidades.

Por su parte, Aralar denunció la semana pasada sucesos similares que también se reflejaron en el dibujo de banderas españolas y fascistas en sus carteles, además de acusaciones al parecer aún no superadas como "buitres" o "traidores".

Las bases del PNV se muestran descontentas porque ese proceder no se compadece con los esfuerzos llevados a cabo por su partido para facilitar la legalización de Bildu. Los destrozos, en este sentido, dejan en precaria situación las críticas de aquellos que acusaban a los jeltzales de cierto amiguismo o cálculo electoral a la hora de pugnar por la participación de la izquierda abertzale histórica. Sin embargo, parece asumido que los actos en cuestión revisten de un carácter aislado y que todo tránsito requiere pasos paulatinos y maduración para eliminar los tics del pasado de un sector que podría ser minoritario. Desde el PNV, en todo caso, quitan hierro a los acontecimientos, en buena medida debido a que no resisten la comparación con la dureza de los episodios de pasadas campañas, donde la irrupción de simpatizantes de la sensibilidad incluso en los mítines ajenos era una práctica constante.