Las cuestiones relacionadas con las fuentes de energía en el territorio han estado marcadas por los conflictos durante la última legislatura. La postura de la Diputación durante el mandato del exdiputado de Eusko Alkartasuna Mikel Mintegi, tendió más a abrazar posturas ecologistas y protectoras del medio natural que las de los intereses de las grandes empresas, como Red Eléctrica Española, que pretendía tender una red de alta tensión entre Castejón y Vitoria a través de Montaña Alavesa. Esta polémica, una de las muchas asociadas al sector, se ha saldado a favor de las posturas vecinales, que desde un primer momento clamaron contra la infraestructura y REE deberá amoldarse al consenso que alcancen los ejecutivos navarro y vasco para plantear un trazado alternativo.
De puertas afuera, el enfrentamiento entre el Gobierno Vasco y la Diputación a causa de la proliferación de parques eólicos en áreas protegidas ha sido contante y evidente, aunque parece que la batalla en defensa de las áreas naturales no se ha ganado. De poco han servido las continuas manifestaciones contrarias a la colocación de parques y miniparques. El Pacto Eólico que mantienen las diputaciones vizcaína y guipuzcoana, el Ejecutivo autonómico y la asociación de municipios vascos, Eudel, amenaza con convertir Álava en un semillero de molinos. Sobre el horizonte del territorio se perfilan hasta 22 instalaciones aerogeneradoras, mientras que en Bizkaia sólo se preven cinco y una en Gipuzkoa. Lakua ya ha dado luz verde a Capital Energy Centro Norte para que las máquinas entren este mismo año en Baños de Ebro para colocar los aerogeneradores en esta localidad de Rioja Alavesa.
También la Federación de Montaña Alavesa ha salido en defensa de las zonas protegidas del territorio y ha exigido a la Diputación que detenga el avance indiscriminado de los parques eólicos armado con el plan Mugarri, una de las aportaciones de Mintegi al Gobierno foral. A pesar de la salida del plano político de su impulsor original, la iniciativa, que va mucho más allá del replanteamiento de los parques eólicos, mantiene su vigencia. Las Juntas Generales refrendaron en marzo sus postulados sin votos en contra y la Federación Alavesa de Montaña, que representa a 44 clubes y a un colectivo de más de 6.000 federados, se ha adherido al documento y piden que se imponga ante el Gobierno Vasco con el fin de frenar su empeño por enclavar tanto parque eólico en Álava.
Actualmente, existen 19 parques de este tipo en tramitación, infraestructuras que se sumarían a las tres que ya operan en el territorio. Muchos de ellos se plantean en cumbres de montañas protegidas que forman parte de la Red Natura 2000, en paisajes catalogados como Singulares y Sobresalientes, y en zonas de nidificación de aves rapaces amenazadas. Las Juntas Generales de Álava también se han posicionado en contra de avanzar por esta senda y han exigido que se paralicen todos estos proyectos, al menos hasta que se apruebe el nuevo Plan Territorial Sectorial (PTS) de esta fuente de energía.
Las centrales eólicas, que el plan Mugarri busca sustituir por fuentes alternativas, limpias y sostenibles que produzcan un 35% de la energía que se consume en Álava, significarían tender más de 250 kilómetros de líneas eléctricas, más de 200 kilómetros de accesos hasta las cumbres, cientos de aerogeneradores de más de 120 metros de altura y enormes volúmenes de movimientos de tierra en áreas que, hasta hoy, han permanecido inalteradas.
el eterno problema de garoña La central nuclear de Santa María de Garoña, pese a asentarse sobre suelo burgalés, tiene un gran peso dentro de la política alavesa. Las instituciones del territorio han trabajado activamente durante la última legislatura para tratar de acelerar el cierre de la planta, que de cumplirse los anuncios del Gobierno socialista, se hará efectivo en 2013.
Pero el trabajo de la Diputación y de las Juntas Generales en relación con Garoña ha sido doble. Por un lado, han peleado por su clausura y, paralelamente, se han esforzado para que Álava no quede excluida del paquete de ayudas que Madrid aprobará tras el cierre de la central para evitar el descalabro económico de su área de influencia. Tras un sinfín de noticias relacionadas con incidentes en la planta, "sin importancia" siempre según sus explotadores, las últimas informaciones surgidas en su entorno hablan de que Greenpeace ha denunciado que Garoña calienta el río Ebro un grado por encima de lo permitido. Y es que desde que se supo que uno de los reactores nucleares de Fukushima es gemelo del que opera en la planta burgalesa, el temor hacia lo que pueda ocurrir en la central del valle de Tobalina ha aumentado varios enteros.
Otro de los capítulos relacionados con la energía que ha distanciado a la Diputación alavesa y al Gobierno Vasco ha sido la reciente crisis del gas propano en la zona rural. Mientras el Ejecutivo foral ha cerrado filas en torno a los alcaldes de las 30 localidades afectadas por las facturas inexplicablemente elevadas, Lakua ha aceptado sin fisuras las explicaciones dadas por la empresa suministradora, en este caso Repsol, y ha pasado página sin que se haya ofrecido una explicación que aclare porqué se han disparado los consumos de metros cúbicos de gas tras un invierno más amable en temperaturas que el anterior.
Esta crisis del propano ha llevado a muchos de los citados alcaldes a plantearse abrazar uno de los capítulos más innovadores de los incluidos en el plan Mugarri, el correspondiente a los district heatings. En el apartado denominado Álava Renovable se contempla la puesta en marcha de un proyecto pionero consistente en instalar un sistema de calefacción y agua caliente comunitarias para todo un municipio alimentado con los restos orgánicos procedentes del monte. Está previsto que en mayo de este año estén listos los informes de evaluación necesarios para determinar qué lugares reúnen las condiciones necesarias para llevar adelante la iniciativa. Los montes y los bosques del territorio generan restos orgánicos, como ramas y hojas, que pueden ser aprovechados como combustible. La idea consiste en recogerlos, instalar una caldera comunitaria conectada a todas las viviendas de la localidad y quemarlos para ofrecer a los vecinos agua caliente y calefacción a precios razonables. Un segundo proyecto paralelo que ahonda en la idea del autoabastecimiento, tiene como objetivo los polígonos industriales. Se trataría de instalar mini aerogeneradores, cuya energía resultante iría a parar al propio consumo de la zona industrial.