Vitoria. "La política social en Vitoria-Gasteiz durante la era Cuerda. 1979-1999". Sólo es el nombre de una tesina, pero Gorka Urtaran la convirtió durante su etapa universitaria en una auténtica declaración de intenciones. En su condición de sociólogo adscrito al Departamento municipal de Intervención Social ha visto de casi todo a lo largo de la última década. Una dura realidad ajena a muchos vitorianos que disfrutan de la excelente calidad de vida -pese a la crisis- en la futura Green Capital. En diciembre decidió dar el salto a la primera línea de la política con la intención de llevar hasta la Alcaldía la experiencia acumulada en su trabajo y recuperar el espíritu más solidario de la capital alavesa de los 90. El espejo no podía ser otro: José Ángel Cuerda, el padre de la Vitoria moderna. Su salto a la trinchera, después de acumular experiencia en las Juntas Generales, estuvo rodeado de polémica tras un infructuoso proceso designador que tensionó las bases jeltzales a las puertas del verano, situación que incrementaba la marejada suscitada tras la detención de destacados dirigentes del PNV por presuntos casos de corrupción. Las alarmas hacía tiempo que sonaban en el Araba Buru Batzar cuando en la recta final del año los militantes jeltzales cerraron filas en torno a Urtaran para liderar la plancha jeltzale. Él también tenía condiciones y respondió a la petición de Álvaro Iturritxa con idéntica demanda. "Si tú vas, yo voy". A la espera del pronunciamiento de las bases, el tándem era una realidad que aguardaría la confección del resto de la lista para afrontar la delicada misión de recuperar para el PNV la primera línea del Ayuntamiento de Vitoria, sobre todo, después de que en la última cita con las urnas los gasteiztarras rebajaran de nueve a seis el número de ediles peneuvistas. El principal aval de Urtaran es su trabajo. Conoce la casa por dentro y sabe cómo exprimirla en beneficio de la ciudadanía. En el debe figura su inexperiencia en la política de galones, aunque ante esta vicisitud no se cansa de repetir que Alfonso Alonso también era un desconocido cuando alcanzó la Alcaldía. Y lo hizo venciendo en las urnas a María Jesús Aguirre, madre del aspirante jeltzale y mano derecha de Cuerda durante su extenso mandato. Paradojas de la vida (política).

Desde el útero de su ama asistió como testigo de excepción a su primera campaña electoral. Pero esa involuntaria precocidad en la vocación política no le abandonó en los próximos años. Con cuatro estuvo en su primer Alderdi Eguna; los allí presentes recuerdan que mientras los demás niños correteaban junto a las txoznas festivas, Gorka seguía con atención los discursos de la tribuna ante la indisimulada sorpresa de sus progenitores. Como cualquier niño que acompaña a sus padres un sábado al trabajo para conocer dónde pasan tantas horas alejados del hogar, María Jesús Aguirre acercaba a sus tres hijas y a Gorka a los barrios de Vitoria para que vieran los resultados del trabajo municipal, que comprobaran de primera mano que la ausencia habitual de la madre en casa tenía su razón de ser. Esas imágenes quedaron grabadas de forma imperecedera en la memoria del alcaldable jeltzale.

Ya no había marcha atrás. Con 17 años se produjeron dos hechos clave en su vida: se afilió a las juventudes peneuvistas y decidió que de mayor sería sociólogo, un primer peldaño en su lectura de cómo ayudar "haciendo cosas". La deformación profesional no ha tardado en trasladarse a su faceta política: cada acción debe tener una evaluación y resultados. Si se falla, vuelta atrás y nuevo intento. Es su receta.

Aficionado a la bicicleta de montaña, no esquiva las pruebas de largo recorrido. La campaña para él comenzó en diciembre y aún sigue pedaleando. Sabe que la meta está en la Plaza Nueva.