E l cuerpo electoral vasco es un ser vivo. Se contrae y se dilata en función de la coyuntura rompiendo y redibujando continuamente los límites de las diferentes opciones políticas. Y de cara a este 22 de mayo que se aproxima a marchas forzadas, los alaveses tendrán a su disposición un abanico de opciones si cabe más amplio que el que encontraron hace cuatro años; una sopa de letras cocinada a base principalmente de escisiones de las formaciones ya existentes que sólo llegará a las urnas reducida en parte por obra y gracia de un puñado de coaliciones y acuerdos parciales con los que cada sensibilidad trata de acumular fuerzas con un ojo -o los dos- puestos en la temida Ley D'Hont, que prima a los partidos mayoritarios en detrimento de los más pequeños.

22 de mayo

De todos los colores y para todos los gustos

En estas elecciones municipales y forales se hará un poco más difícil elegir papeleta, ya que el menú que ofrece el actual escenario vasco es uno de los más ricos del Estado.

El alto grado de implicación que tiene la sociedad vasca con la política ha creado un abanico que refleja los diferentes matices programáticos de las muy diversas sensibilidades que compiten por ganar corazones a lo largo y ancho del país. Para muestra, dos indicativos: en lo relativo a la abstención, mientras que Portugal, Francia e Italia coquetean con el 40% y el Estado español ronda el 37% según datos de las últimas municipales, este porcentaje no suele alejarse en exceso del 30% en Euskadi; además, al estudiar el interés que los ciudadanos muestran por la política, según el último Euskobarómetro, un 38% de los vascos aseguran que es mucho o bastante, un dato sustancialmente superior al 25% que señalan en el conjunto del Estado los estudios que elabora periódicamente el Centro de Investigaciones Sociológicas.

En este escenario, Hamaikabat y Alternatiba se probarán ante las urnas aunque desde su nacimiento saben lo que es trabajar en las instituciones, donde ambos han mantenido la presencia que sus integrantes lograron concurriendo en las listas de Eusko Alkartasuna y Ezker Batua respectivamente.

Ninguno de los dos tenía en principio la idea de concurrir en solitario y finalmente no lo harán en Álava, lo que impedirá conocer el respaldo social exacto con el que cuentan. Sin embargo, de la mano del PNV los primeros, y de EA y los independientes de la izquierda abertzale que conforman Bildu los segundos, tratarán de aportar savia nueva a sus nodrizas y perfilar sus programas.

Hamaikabat, fruto del debate que suscitó en EA la plasmación real de la confluencia con la antigua Batasuna que sus asambleas venían aprobando año tras año, comparecerá junto con el PNV para tratar de que no se despiste ni un sólo voto de lo que se ha dado en llamar nacionalismo institucional y la Diputación Foral de Álava pueda seguir gobernada por un nacionalista, reforzando además el perfil abertzale y social del PNV.

Las gentes de Alternatiba abandonaron la casa de Ezker Batua en 2008 con el objetivo de participar activamente en la "rearticulación para la unidad de acción de la izquierda alternativa de Euskal Herria". Ahora en Bildu, aportará a esta coalición un claro componente de izquierdas -en lo social, lo ecológico y lo relativo a la igualdad de género- que reforzará la apuesta que comparte con la izquierda abertzale tradicional y con EA.

Por su parte, UPyD, ésta en solitario, tratará de hacerse un hueco entre los votantes de PP y PSE, como ya logró en las elecciones autonómicas, para defender desde las instituciones más cercanas su proyecto: menos poder para el Gobierno Vasco y las diputaciones -que aboga incluso por eliminar-, más para los ayuntamientos; menos competencias en manos de los gobiernos autonómicos, más en las del Estado.

las sumas y el voto útil

¿La unión hace la fuerza?

Aún teniendo en cuenta lo beneficiadas que salen por la Ley D'Hont, no todas las sumas de fuerzas cosechan más votos necesariamente. Así, aunque PP y PSE colaboran de hecho en el día a día del gobierno de Euskadi en virtud del pacto que abrió a López las puertas de Ajuria Enea, ambas formaciones esconden sus cartas para no dar por hecho la traslación de este pacto a ayuntamientos y diputaciones con un ojo puesto en encuestas como el Euskobarómetro que se empeñan en reflejar que casi un 60% de los electores están en desacuerdo con esta entente, entre los que destaca un significativo 25% del electorado socialista.

Sólo como referencia, y teniendo en cuenta el crecimiento y descenso de apoyos con los que ha podido contar cada formación en los diferentes comicios, sirva como ejemplo el de Aralar y Ezker Batua, que sumaron por separado casi 110.000 votos en las elecciones municipales de 2003 mientras que en 2007, cuando concurrieron de la mano en la mayoría de los municipios vascos, apenas lograron 85.000 sufragios.

Ante la proliferación de alternativas electorales, PNV, PP y PSE apelarán de nuevo al voto útil reivindicándose como garantías para lograr un gobierno estable frente a "experimentos" como algunos han denominado la suma que representa Bildu y frente a las pequeñas ofertas que pueden no pasar el corte y dejar sin efecto institucional los votos que cosechen, mientras que formaciones como Ezker Batua o Aralar deberán batallar con dureza para reivindicar lo "necesaria" que es su labor institucional y mantener su peso ante los matices que otros proponen a sus bases programáticas, concluyendo así el dibujo de un rico mosaico electoral del saldrán los colores de las instituciones del mañana.