SANÁ. El presidente de Yemen, Ali Abdullah Saleh, acusó ayer a la principal coalición de la oposición de llevar al país al borde de la guerra civil, en una jornada en la que los manifestantes volvieron a tomar las calles para pedir su renuncia. En un discurso retransmitido por televisión, dijo que la coalición "quiere causar un derramamiento de sangre y empujar al país a la guerra civil, lo que no interesa ni a Yemen ni a la región". "Todo ello perjudicará la seguridad de toda la región", añadió. Hay que decir "no a los golpes de Estado y a que se detenga el proceso de desarrollo, y sí a la seguridad, la estabilidad y la paz", arengó.
Además, volvió a insistir en que dejará el poder cuando acabe su mandato. "Dejaré la presidencia mediante las elecciones, no mediante golpes de Estado". El viernes Saleh saludó el plan de mediación presentado por los países del Golfo, mientras los manifestantes de la oposición siguen exigiendo su inmediata renuncia. El plan contempla la formación de un gobierno de unidad nacional, que estaría encabezado por la oposición. El presidente Saleh traspasaría el poder a su segundo en un plazo de 30 días. Decenas de miles de personas salieron hoy de nuevo a la calle en todo el país, tal como viene ocurriendo desde hace dos meses, para pedir la marcha de Saleh, que ya lleva 32 añoso en el poder. En la ciudad portuaria de Adén, la población respondió a los llamamientos a la desobediencia civil con numerosos comercios cerrados y el paro del transporte público. Los activistas han convocado los miércoles y los sábados como las jornadas de desobediencia civil. Residentes en las provincias de Abyan y Lahj se sumaron por primera vez a los llamamientos a la desobediencia civil desde que comenzaran las manifestaciones contra el gobierno. Por otra parte, el viernes murieron diez soldados y 19 resultaron heridos en dos ataques separados llevados a cabo por hombre armados en la provincia de Marib, según la página web que lleva el Ejército.