vitoria. A perro flaco todo son pulgas. Este dicho popular puede estar rondando por la cabeza de los dirigentes de ETA tras ver cómo la Guardia Civil desarticulaba ayer en el caserío Olalde de Legorreta el mayor almacen de explosivos con el que cuenta la organización armada a este lado de la muga. Los agentes del Instituto Armado se incautaron de alrededor de una tonelada de material para fabricar bombas tras detener de madrugada a los hermanos Igor y Aitor Esnaola, propietarios del inmueble y que, según los expertos antiterroristas, integraban el comando Erreka, cuya labor era la de administrar todo lo necesario a los diferentes taldes que han llamado a su puerta desde 2002.
La Policía cree que el comando al que presuntamente pertenecían los hermanos Esnaola se encargaba del transporte de explosivos y armas desde Francia al Estado español para su reparto entre otras células de la banda. No obstante, los investigadores no descartan la posibilidad de que, además de esas tareas logísticas, haya podido intervenir en la comisión de atentados de forma directa. Los cerca de mil kilos intervenidos representan uno de los hallazgos de material más importantes que se hayan realizado en una sola operación contra ETA en el Estado. La cifra duplica a todas las incautaciones que se produjeron el año pasado y se acerca a los 1.189 kilos que se encontraron en España y Francia en todo 2009.
Fuentes de la lucha antiterrorista indicaron que la organización armada había convertido el caserío en un centro de almacenamiento y reparto de armamento y explosivos para disminuir la dependencia de los comandos de la distribución desde territorio francés debido a la presión policial sobre la dirección de la banda. ETA pretendía evitar que los activistas tuvieran que pasar a suelo galo para recoger los explosivos, reduciendo el riesgo de ser localizados y detenidos.
Más de doscientos agentes, pertenecientes a los servicios de información, al Grupo de Acción Rápida y a los equipos de desactivación de explosivos tomaron parte en el dispositivo policial. Tras llevar a cabo los arrestos de los dos hermanos, los efectivos policiales procedieron al registro de las dos viviendas. Además del piso de Igor Esnaola fue registrada una lonja situado en los bajos del inmueble de donde los guardias civiles retiraron una furgoneta y un turismo para realizar en ellos exámenes periciales a fin de determinar si habían sido utilizadas para el transporte de explosivos. La inspección del piso y el garaje se prolongó hasta el mediodía y tuvo como testigos a un grupo de vecinos que jaleó y aplaudió al detenido.
Más complejo fue el registro del caserío Olalde por tratarse de una edificación de gran tamaño ubicada en una zona de praderas lejos del casco urbano. Los agentes del Instituto Armado acudieron al lugar provistos de detectores de metales para buscar posibles habitáculos ocultos en el caserío. Los registros del caserío permitieron dar a primera hora de la tarde con una estancia del inmueble en el que se encontraron los explosivos, algunos detonadores y documentos de la organización armada.
Para encontrar un año en el que se haya intervenido a ETA en el Estado una cantidad superior de material explosivo hay que retroceder hasta 1999 en el que se ocuparon a la banda 1.797 kilos, de los cuales 1.750 corresponden al material cargado en dos furgonetas bomba que fueron interceptadas por la Guardia Civil el 20 de diciembre en Calatayud cuando miembros del comando Basurde las transportaban hacia Madrid para hacerlas estallar y romper la tregua de ese año.