Con la excusa de que "estas son cosas de Jesús", los socialistas van navegando sobre la realidad política vasca sin asumir responsabilidad alguna en el que ha sido el problema más grave que hemos sufrido en las últimas décadas: la violencia. Todos están de acuerdo, faltaría más, en el objetivo final. Pero los caminos del PSE, como los del Señor, son inescrutables. ¿Quién tiene razón? Si López cree que Sortu no es Batasuna, no se sostiene el recurso de Zapatero (por la doble vía de Abogacía y Fiscalía) a los tribunales. Y encaja aún menos con las tesis de Eguiguren, que va mucho más allá de esta eterna indefinición tan característica de López en campos diversos. Uno tiene la sensación de que en el PSE, por aquellas carambolas de los equilibrios de poder interno, Eguiguren llegó a la Presidencia del partido y a ahí se ha mantenido; ora ensalzado, ora denostado. Pero siempre a mano por si conviene hablar con los proscritos. Digamos que no sabían muy bien qué hacer con un presidente que no preside y le regalaron un Qimicefa para que fuera experimentando y se entretuviera: "Ensaya, compañero, ensaya y ya nos contarás". Mediante el viejo método de prueba-error, por fin ha descubierto que el agua es H2O, y cuando ha ido con la conclusión a los que le hicieron el encargo, se encuentra con que le niegan la evidencia.
Eguiguren, faltaría más, se ha enfadado. Pero estaba tan ocupado en "sus cosas" que parece no haberse dado cuenta hasta ahora de que el partido que preside estaba en "otras cosas", que este PSE de López estaba recostándose en los brazos del PP mientras él asistía cómplice, y complacido, a la evolución que va de Batasuna a Sortu. Es cuando menos curioso que Eguiguren se haya caído a estas alturas del caballo, que haya tardado tanto en darse este baño de realidad. Bastaba con que hubiese preguntado. Mucha gente le hubiera dicho que este PSE que ocupa Ajuria Enea y sus múltiples ramificaciones hace tiempo que juega a pequeña, a mantenerse, aunque sea traicionando a sus votantes; que donde Patxi dijo que no pactaría con el PP dice ahora Rodolfo que retira sus palabras sobre Sortu, no vaya a ser que peligren los sillones y el sueldo. Allá donde Jesús ve grandes oportunidades, Patxi ve pequeños problemas que no es capaz de solucionar. Y Zapatero, ese sí, ve que pierde más en España de lo que gana en Euskadi. Al fin y al cabo, él viene a la Fiesta de la Rosa y se va. En esas seguimos dos años después, asistiendo a este lamentable espectáculo de un Gobierno ninot que, como aventuró Txema Montero, será quemado cuando el PP decida encender la mecha. O en otra acertada comparación del mismo autor: un violín que se sujeta con la izquierda y se toca con la derecha. Hoy, yo remataría: lo de menos es cómo suene el violín porque lo importante es el maletín; perdón, el estuche. Cuentan que Jesús le comentó a Patxi lo que pensaba escribir y que éste le contestó que se iba a meter en "otro cristo". Lo que no le advirtió fue que se encargaría él mismo de buscar las traviesas, los clavos y la corona de espinas. Para clavar ya están otros: desde Mendia hasta Ares, por no hablar de los Bonos y demás guardadores de la esencia patria. Pero esta no es la primera vez que Eguiguren es sacrificado y mandado al cuarto oscuro para que, después, le sea levantado el castigo y le hagan creer que vuelve a ser el osado presidente de "verso suelto". Persisten por tanto las dudas de si Eguiguren dice lo que piensa o, simplemente, es un actor más en esta tragicomedia en la que ha convertido el final de la violencia el tándem PSE-PP. Si ha sido sincero, su carta suena a canto de cisne. Pero al menos se habrá sacudido algo de su responsabilidad en este desaguisado.