Viernes, 21 de enero. Son las 9.56 de la mañana. La eurodiputada socialista vasca Eider Gardiazabal Rubial ficha en la sede del Parlamento Europeo. Un gesto que le permitirá cobrar los 304 euros de la dieta fija diaria a la que tienen derecho los miembros de esta casa cuando trabajan en las sedes de Bruselas o Estrasburgo. Apenas media hora después es fotografiada en el aeropuerto de la capital comunitaria a punto de coger un avión. Este ejemplo es uno de los muchos utilizados por la eurodiputada británica Nikki Sinclaire para denunciar el mal uso de los fondos europeos que hacen algunos de sus colegas, que según critica, llegan, fichan y se marchan sin trabajar pero con el bolsillo un poco más lleno.

Sinclair explica en un artículo de opinión, publicado el pasado 27 de febrero, que accedió a colaborar con la prensa británica para destapar lo que a su juicio es "un abuso extendido" en relación con el cobro de dietas diarias en la Eurocámara. "Como resultado, un amplio número de eurodiputados de toda la UE -de distintas nacionalidades y grupos políticos- fueron cazados firmando a horas tan tempranas como las 7.18 de la mañana y abandonando poco después el edificio", explica. Entre los eurodiputados fotografiados fichando y llegando poco después al aeropuerto o la estación del tren de alta velocidad se encuentran el conservador británico Robert Sturdy, el laborista de la misma nacionalidad Peter Skinner, el socialista polaco Adam Gierek, las también polacas Jolanta Hibner y Danuta Jazlowiecka o la portuguesa Ilda Figueiredo, de la Izquierda Unitaria Europea.

"Las reglas son claras: un eurodiputado puede reclamar sus dietas cuando asiste a reuniones oficiales de los órganos parlamentarios. No hay reuniones de este tipo en Estrasburgo los viernes ni tampoco a las siete de la mañana un viernes en Bruselas", se queja sobre una práctica que según dice siguen 60 o 70 eurodiputados los viernes y denunciada en las páginas del diario sensacionalista británico News of the World el pasado 13 de febrero. Según este medio de comunicación, durante el tiempo que estuvieron filmando hubo cola para fichar. Grabaron a 160 eurodiputados firmando antes de las 10 de mañana de los cuáles 54 llegaron con maletas y al menos 25 abandonaron la sede parlamentaria al poco tiempo y fueron vistos en el aeropuerto o en la estación de tren.

Para la eurodiputada Eider Gardiazabal, la única representante española señalada por el dedo acusador de Sinclaire y nieta del histórico socialista Ramón Rubial, se trata de una campaña más de la "euroescéptica y eurófoba" británica destinada a desacreditar a esta institución europea. Una situación "injusta" en la que "se me está tratando de ladrona y jeta cuando es absolutamente falso. Aquí nadie ha robado", explicó ayer a este periódico en conversación telefónica desde la sede de Estrasburgo. Gardiazabal, que forma parte de la comisión de presupuestos de la Eurocámara, indicó que durante la semana en cuestión no pudo marcharse el jueves por la noche como suele hacer siempre que puede porque tuvo reuniones hasta tarde. El viernes estuvo trabajando "pronto" en la sede de la Eurocámara y a las 11.20 cogió un avión con destino a Bilbao para participar en una reunión que tenía prevista ese día. En todo caso, advierte: "Nadie que firma un viernes incumple ninguna ley". Lo mismo repite la polaca Danuta Jazlowiecka, que el mismo día 21 de enero fichó a las 9.21 en Estrasburgo y a las 9.42 llegaba al aeropuerto de la citada ciudad. "No va contra las reglas".

Fuentes oficiales de la Eurocámara avalan las palabras de estas dos eurodiputadas y contradicen a Sinclaire. "Si el eurodiputado trabaja en cualquiera de las dos sedes de la institucion tiene derecho a cobrarla" y "si uno se marcha antes de lo que a la señora Sinclaire le gustaría es problema de ella". Y es que el Parlamento Europeo optó por aplicar un sistema de dietas porque gestionar facturas de los 736 eurodiputados de los que se compone la camara europea supondría un gasto de recursos mucho mayor. Además, insisten en que el hecho de marcharse de la sede parlamentaria no significa que los eurodiputados no trabajen. "Los diputados lo son 24 horas al día. El que no haya plenos o comisiones no significa que no trabajen. Eso es solo la punta del iceberg. Pueden tener reuniones con funcionarios de la Comisión, con lobistas, con periodistas... Puede ser que lleguen un lunes por la noche y no puedan cobrar la dieta porque no han fichado y tienen que pagar la factura del hotel igual. Así que habrá días en que pierdan dinero y otros en que lo ganen", añadieron las mismas fuentes.

Sinclaire, en cambio, insiste en que se trata de una práctica fraudulenta y que no es la primera vez que se denuncia algo así en relación con unas dietas que no cobran sus electores ni en una semana. Basta con tirar de hemeroteca para encontrarse con el exeurodiputado austriaco Hans-Peter Martin que ya denunció lo mismo en la anterior legislatura aunque sin mucho éxito. En esta ocasión, según cuenta, tampoco su iniciativa llegó a buen puerto. Y es que no son muchos los eurodiputados que quieren hablar públicamente sobre este tema. "Si la defiendes parece que haces lo mismo y si la criticas es absolutamente injusto porque puede estar trabajando en su circunscripción", explica desde Estrasburgo una persona que prefiere permanecer en el anonimato y que apunta a una batalla más de los euroescépticos para atacar el funcionamiento de las instituciones europeas. "La verdad es que hay temas más gordos sobre los que preocuparse como la existencia de dos sedes en el Parlamento Europeo", opina sobre otra de las batallas parlamentarias.

Este asunto ha vuelto a poner en el punto de mira a un colectivo cuyo salario, desde que entró en vigor el nuevo estatuto en junio de 2009, asciende mensualmente a 6.200 euros netos. Una cifra a la que se suman los 304 euros diarios de las dietas para pagar hotel y comidas cuando trabaja en alguna de las dos sedes, y que se reducen a la mitad si no están presentes en al menos la mitad de las votaciones en las sesiones plenarias. También tienen derecho al reembolso de los billetes de avión en clase turista sin restricciones por asistir a sus reuniones oficiales y otros 4.243 euros para otros viajes.