Un bolígrafo, una grabadora, un GPS, una libreta de notas y una carpeta con la documentación facilitada por los compañeros del GRUPO NOTICIAS. Esas han sido todas las herramientas necesarias para venir a Somoto y dejar al descubierto los turbios intereses de Ana Urchueguía. Sin necesidad de bordear siquiera los límites de la ética periodística (no los descarto si caen a este lado del límite y contribuyen a informar de hechos noticiosos), hemos comprobado que la delegada del Gobierno Vasco en Chile y Perú sí ha traspasado y con creces todos los límites de la ética política. Digo más, incluso los de la decencia personal. Porque no hace falta ser un cargo público para obligarse a unas mínimas normas de comportamiento cívico que ella no ha mantenido aquí.
Las conclusiones son evidentes y las pruebas abrumadoras para sacar algunas conclusiones que obligan a actuaciones más allá de un trabajo periodístico que, sin duda, va a tener continuación. Pero antes de ir con los emplazados por estas revelaciones, sinteticemos lo que sabemos hasta ahora de forma concluyente.
Irregularidades
Fondos públicos para bienes privados
No sabemos aún el mecanismo, aunque lo intuimos, pero sí el destino. Urchueguía compró una finca (hubiera dado lo mismo que fuera de un metro cuadrado y no de un millón) a una ONG que actuaba de "contraparte" de los fondos públicos que ella administraba en nombre de instituciones vascas y españolas, empezando por los del propio Ayuntamiento que gobernaba. Primero lo negó y se carcajeó. Ayer por fin, tuvo que admitirlo. Quien dice que "no hay caso" es que tiene unas tragaderas muy generosas para que la corrupción se instale en la vida política.
Por si fuera poco, y saltando por encima la biografía siniestra del individuo, Ana Urchueguía confía la administración de sus numerosos bienes en Somoto al director de esa pseudo ONG llamada antes Oficina de Hermanamiento Lasarte-Oria Somoto (OHLOS) y ahora Fundación Somoto. ¿Quién paga su sueldo? ¿A qué dedica su tiempo? ¿A los intereses de la Fundación o a los de "doña Ana"? ¿Son los mismos intereses? Otra prueba de cómo la delegada nombrada por López nada menos que para representar a Euskadi en el exterior mezcla sin pudor alguno lo público y lo privado.
Tercera conclusión: los proyectos no están cumpliendo la función para los que fueron asignados. Ninguno de los cuatro visitados personalmente se ajusta a la descripción del proyecto de cooperación que sustentaba la asignación de las cantidades. Ni siquiera el flamante Ayuntamiento, porque no refuerza las instituciones democráticas (esa era una de las razones) cuando en la balconada ondea, junto a la enseña de Nicaragua, la bandera del gobernante FSLN. Trasladen a Euskadi la situación e imagínense la escandalera. Y añado al respecto de los proyectos: el fraude en el emblemático Lácteos Froilán y los testimonios del concejal Franklin Marin y el exvicealcalde Mauricio Cajina donde uno dice que los costos y presupuestos (que conoció por el Grupo Noticias porque a él le negaron la información pese a formar parte de la Comisión de Infraestructuras) no cuadran con las obras efectuadas y el otro remata: se inflaban facturas.
Por último: la hoy delegada del Gobierno Vasco usó fondos públicos (en este caso apoyada por Allende, la ONG fundada por dirigentes del PSE de Gipuzkoa con Ernesto Gasco como primer presidente) para aupar a la alcaldía a Marcio Rivas que concurría por el FSLN. Directamente, según testimonios documentados, se ofrecía más dinero en cooperación si salía elegido Rivas. Si no, se cortaba el grifo. Eso explica que la alcaldesa participara en los plenos municipales de Somoto y decidiera, por ejemplo, cómo ha de realizarse una avenida y hasta el modelo de las farolas que deben alumbrarla; o que toda la obra pública debe ser adjudicada al mismo constructor sin licitación previa. Eso, aquí, es delito. No parece muy ético hacer allí lo que está prohibido aquí.
EMPLAZADOS
Fiscalía, Hacienda y ayuntamientos
No soy experto en leyes pero a mí, más allá de lo inmoral de esta actuación pestilente, advierto varios posibles delitos. Desde la malversación de caudales públicos a la apropiación indebida. La Fiscalía, si lo desea, ya tiene dónde continuar investigando de oficio lo que ha salido a la luz en este trabajo periodístico. Ella es la primera emplazada.
Por seguir con lo que se espera que hagan las instituciones, también está emplazada la Hacienda de Gipuzkoa. Cómo se canalizaba el dinero de Urchueguía hasta Nicaragua para comprar sus propiedades; si era privado, estaba obligada a declararlo a su nombre. ¿Lo ha hecho? Si era público, no podía adquirir bienes personales. ¿Declara los beneficios que producen sus explotaciones agrícolas y ganaderas? Tiene obligación de hacerlo. Es absurdo que una llamada anónima ponga en marcha una inspección y una información periodística documentada no tenga la misma validez. No lo entiendo.
Convendría también que los ayuntamientos vascos y españoles, y otras instituciones que confiaron sus fondos a Urchueguía realizaran sus propias averiguaciones para comprobar si lo enviado, a tenor de lo descubierto, tuvo el destino final anunciado, si costaron efectivamente lo que figura en facturas (¿infladas?) y si se realizaron los proyectos para los que se destinó esa ingente cantidad de caudal público y funcionan de acuerdo a los objetivos que se marcaron previamente (Lácteos Froilán, no).
Pero si alguien tiene que responder a estas preguntas y debe sentirse especialmente emplazado es Patxi López, responsable directo (Acción Exterior depende de Lehendakari-tza) del nombramiento de Urchueguía como delegada del Gobierno en Chile y Perú.
Ayer fue interpelado y en la contestación no respondió a estas interrogantes. Prefirió, como saben, el insulto contra los periodistas que han hecho su trabajo. Tampoco quedó claro, puede que sí y puede que no, si ponía la mano en el fuego por Ana Urchueguía. Intuyo que López tendrá que volver a hablar de la cuestión antes o después. Esperemos que para entonces recapacite sobre la conveniencia de responder en la forma y en el fondo que uno espera de un lehendakari. El cargo, ayer, le vino muy grande.