"Quien se subleve, estará dispuesto a provocar una guerra civil y será responsable de ello". Así se dirigió Juan Carlos de Borbón, Rey de España, al capitán general de la III Región Militar (Valencia), Jaime Milans del Bosch, en la madrugada del 24 de febrero de 1981. Milans era el supuesto cabecilla del golpe de Estado y el Rey, el supuesto artífice de que aquel golpe fracasara.

La historiografía oficial así lo mantiene haciendo caso omiso de las teorías de la conspiración que sitúan a los golpistas como fieles militares que el 23-F sólo cumplían órdenes de la Jefatura del Estado y que dibujan la intentona golpista como una maniobra para consolidar a la Monarquía. Quizá para desacreditar esas teorías, ahora, 30 años después, ven la luz documentos inéditos de ese día como el télex en el que Juan Carlos de Borbón hacía esa advertencia.

Antes había ordenado vía telefónica al teniente general Milans del Bosch que retirara sus tropas de Valencia. El contenido preciso de este télex figura en la transcripción taquigráfica de la comparecencia secreta celebrada ante el Congreso el 17 de marzo de 1981 por parte del entonces ministro de Defensa, Alberto Oliart, para informar de la intentona golpista. El Congreso ha esperado tres décadas para hacer público ese testimonio.

TÉLEX

La relación pormenorizada de sucesos, según el relato oficial de Oliart, reseña varios momentos clave que explican el fracaso del golpe, pero atribuye sin dudarlo al Rey el mérito de pararlo: "El golpe fracasó gracias a las intervenciones decisivas del Rey, a su rapidez de reflejos y a su firmeza en mantener el orden constitucional", sentenciaba el ministro.

Si la teoría de la conspiración fuera cierta, sin duda del testimonio de Oliart se podría deducir que el golpe, al fin y al cabo, triunfó ya que lo que consiguió es reforzar la figura del Rey hasta tal punto que no ha sido cuestionada en 30 años. El télex que Don Juan Carlos envió a Milans, a las dos y media de la madrugada, constaba de cinco puntos. En el primero el Monarca sentenciaba: "Juro que ni abdicaré la Corona ni abandonaré España.

Quien se subleve estará dispuesto a provocar una guerra civil y será responsable de ello". Sobre este texto sorprende una declaración tan contundente teniendo en cuenta que, según la historiografía oficial, ninguno de los cabecillas del golpe había solicitado esa abdicación sino todo lo contrario, desde el principio se habían declarado fieles al Rey. Quizá para aclarar esas dudas se redactó el segundo punto del télex en el que el Rey ratificaba su "rotunda decisión de mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente" y añadía: "Después de este mensaje ya no puedo volverme atrás". La sentencia siguiente es histórica: "Cualquier golpe de Estado no podrá escudarse con el Rey, es contra el Rey. Hoy más que nunca estoy dispuesto a cumplir el juramento a la bandera".

Juan Carlos de Borbón ordenaba además al general sublevado que retirara las tropas y anulara su manifiesto que imponía el toque de queda en Valencia y le señalaba que aunque no dudaba de su "amor a España" le conminaba "por España primero, y por la Corona después" a obedecerle. También incluía otra orden: "Te ordeno que digas a Tejero que deponga su actitud".

FALLOS

Sorprende también que en su comparecencia, Oliart achacara el fallo de los servicios secretos a la hora de detectar la intentona golpista en el hecho de que sus autores "antepusieron la seguridad a la eficacia".

"Buscaron esa seguridad en la participación de muy pocas personas, hasta el mismo día del golpe, lo que explicaría que no se detectara por los servicios de información", reseñaba el documento. Y eso que Tejero un año antes había sido condenado a siete meses de cárcel por planear en 1979 otra intentona golpista, la llamada Operación Galaxia. Pese a todo, nadie le vigilaba, reconoció Oliart.