La incorporación electoral de la izquierda abertzale ahora ilegalizada alteraría la distribución institucional. En este contexto, ¿el interés electoral que se achaca a Sortu no es extensible a otros partidos como el PSE para que esta marca no concurra a los comicios?

Es absolutamente inaceptable. Los más interesados en que acabe la historia de ETA somos los que hemos vivido toda la vida amenazados y seguimos amenazados. Y no hacemos ni un solo cálculo electoral. Igual los que dicen que estamos haciendo cálculos son los que realmente los están haciendo, porque nosotros no competimos electoralmente absolutamente nada con ese mundo; otros sí. Si yo dejo de ser lehendakari porque en este país hay paz y libertad, bienvenido sea. Por lo tanto no voy a aceptar que nadie haga la más mínima insinuación sobre que el PSE hace cálculos electorales.

A la espera de que se pronuncien los tribunales, el presidente de su partido, Jesús Eguiguren, ha mostrado su convencimiento de que Sortu cumple los requisitos para estas en las elecciones y cree que debería estar. ¿Comparte esta impresión?

No es un asunto para cuestiones de fe, sino para realidades. ¿O no nos habían dicho también en el espíritu de Anoeta que había una apuesta por procesos democráticos? ¿O no hicieron lo mismo en Lizarra? Claro que ese mundo se mueve en la buena dirección, pero hay muchas dudas que ellos deberían despejárnoslas con realidades. Si un tribunal ilegalizó a Batasuna por formar parte de ETA, para hacer las cosas bien debería ser un tribunal quien decidiera que ahora hay una formación de la izquierda abertzale que cumple los requisitos democráticos y hace política con las herramientas de la política.

¿El problema de credibilidad se resuelve con el pronunciamiento de un tribunal?

Un tribunal responde en base a datos y hechos concretos, no en base a autos de fe, sospechas o voluntades. No entiendo que si efectivamente dicen que van a rechazar la violencia a futuro, por qué no la rechazan ya y se ponen a trabajar con nosotros para que ETA desaparezca.

¿Cuál es su apuesta personal sobre el futuro de la izquierda abertzale histórica y las elecciones?

No se trata de hacer apuestas personales. Yo digo que ojalá estén, porque eso significará que van en la dirección que todos les hemos pedido siempre y que ETA está en el final.

¿Usted está jugando el papel que le corresponde en la pacificación?

Claro. Hemos llegado hasta aquí, entre otras cosas, por una política de firmeza que ha ejercido el Gobierno Vasco. Ahora parece que son unas buenas personas que han decidido avanzar. Que no, oiga, que ha habido una política que les ha hecho venir hasta aquí. En todas estas cosas el Partido Socialista ha estado, y el lehendakari ha liderado la política de la firmeza y de la tolerancia cero. Lo que ocurre es que algunos entienden por liderazgo hacer lo que ellos quieren y yo no voy a hacer la política del PNV, ni del PP, ni de Aralar ni de nadie.

¿Existe un reparto de papeles entre Rubalcaba y Eguiguren?

No.

¿Por qué se producen entonces esas divergencias en el discurso sobre la izquierda abertzale y entre dos miembros del mismo partido?

Porque cada uno tiene sus propias convicciones. No es un partido de pensamiento único.

¿Y es positivo?

No lo sé, pero desde luego los partidos de pensamiento único no me interesan. Somos así. No voy a considerar un disidente a nadie que opine diferente a mí.