EL bolsillo de la Generalitat tiene un agujero importante. Una falta de liquidez tan profunda que pone en riesgo que los funcionarios cobren sus salarios, tal y como aseguró recientemente el portavoz parlamentario de CiU, Oriol Pujol, en una entrevista concedida a Com Rádio. "La situación es tan dramática que prácticamente no se pueden pagar las nóminas de la administración", advirtió el convergente, que justificó de esta manera el hecho de que el president, Artur Mas, viajase a Madrid para entrevistarse con el rey Juan Carlos en clase turista. Un golpe de marketing que ha servido para visualizar la grave situación por la que atraviesa la economía de Cataluña.

Desde que accedió al poder tras las elecciones celebradas el pasado mes de noviembre, CiU ha insistido en un mensaje alarmista sobre el estado de las finanzas catalanas. Aunque nunca antes había sido tan explícito, lo que ha generado la intranquilidad entre los funcionarios y el enfado de PSC, ERC e ICV, miembros del antiguo tripartit, que consideran que los convergentes se aferran al discurso del miedo para cuestionar la labor de los últimos siete años de Ejecutivo. La polémica ha estallado durante la semana previa a la reunión que mantendrán el lunes Artur Mas y José Luis Rodríguez Zapatero y en la que se abordará el veto de Madrid a las propuestas para ampliar la deuda pública catalana realizadas por la Generalitat y la demanda para asumir 40 nuevas competencias.

Lo cierto es que el hijo del ex presidente catalán no ha sido el único que ha puesto en cuestión la viabilidad de las finanzas de Cataluña. El diario británico Financial Times, tras una entrevista con el conseller de Economía, Andreu Mas-Colell, dio un paso más y advirtió que el agujero en el bolsillo catalán, que el rotativo sitúa entre los 10.000 y los 11.000 millones de euros, pone en riesgo la estabilidad de todo el Estado e incluso de toda la zona euro. "La situación financiera de Cataluña ayuda a explicar por qué el déficit de España alcanzó el año pasado el 9,2% del PIB, ya que de los 107.000 millones que adeudan las comunidades autónomas en su conjunto, un tercio corresponde a Cataluña".

Parlament

Enfado del antiguo tripartito y dudas en el Govern

A nadie se le escapa que las dificultades por las que atraviesa uno de los principales motores económicos del Estado afecta seriamente a las finanzas españolas. Especialmente en un momento en el que las cuentas estatales están siendo continuamente puestas en entredicho.

No obstante, no todos en CiU comparten la visión catastrofista de Pujol. Aunque tampoco la niegan. La respuesta del portavoz del Govern, Francesc Homs, no ha ayudado a disipar la intranquilidad generada entre el funcionariado catalán. "La situación financiera de la Generalitat es complicada, pero no es momento de entrar en detalles", aseguró, para terminar responsabilizando del agujero económico a los miembros del anterior gobierno. Culpar a PSC, ERC e ICV de una política de "despilfarro" ha sido una de las líneas maestras de los convergentes tanto en la oposición como ahora en el Ejecutivo. Una postura que ha terminado por hartar a los partidos que han ostentado el poder durante los últimos siete años, especialmente a sus sectores más progresistas. "El Govern debería abandonar esta actitud de crear alarma social. ¿Quién va a comprar más deuda si se siembra la intranquilidad?", señalaron ayer mismo fuentes de ICV, que recordaron que "la deuda que se ha creado fue destinada para políticas sociales". Además, estas mismas fuentes cuestionaron que las dificultades económicas sean tan graves como aseguran los miembros de CiU. "Es inviable pensar que no se van a pagar los sueldos, la situación no puede llegar hasta ese extremo".

Recortes

Se paralizan las obras en hospitales

Lo que nadie niega es que los números rojos se han instalado en las calculadoras de la Generalitat. Ahora habrá que ver si también coinciden en las posibles soluciones. Los recortes anunciados por el Govern en cuestiones como la Sanidad (no se realizarán obras en los centros hospitalarios hasta no superar la crisis) han molestado a las formaciones de la oposición, que ya advirtieron antes del cambio de gobierno que un Ejecutivo liderado por Mas emprendería una serie de tijeretazos sociales.

Otra cosa es la demanda de emisión de más deuda, un plan que todos comparten y que se ha convertido en el nuevo frente de batalla entre Barcelona y Madrid. El próximo miércoles, día 9, el Parlament votará la demanda para aumentar la deuda y no se espera que los grupos de la oposición pongan trabas a una iniciativa que consideran indispensable para salvar la maltrecha economía del principado. La sesión, aprobada en una junta de portavoces extraordinaria celebrada este viernes, avalará las negociaciones que mantendrán este mismo lunes el president, Artur Mas, y el líder del Ejecutivo central, José Luis Rodríguez Zapatero.

La reunión entre ambos líderes (la primera en varios años después del desencuentro por el segundo tripartit y el recorte del Estatut) llega marcada por las tensiones provocadas por las voces que, desde Madrid, han llegado a poner en cuestión la viabilidad del Estado de las Autonomías. Además, Hacienda ya ha advertido que podría vetar una nueva emisión de deuda pública por parte de Cataluña si la administración de Mas no controla sus números rojos.

Por el momento, el déficit de la Generalitat supera ampliamente el 3% de su Producto Interior Bruto (PIB), cuando el tope de deuda impuesto por el Estado es del 2,4%. No será fácil que lleguen a un acuerdo. Los reproches al Estado realizados por Mas, que responsabiliza a Zapatero de la mala situación económica catalana, han ayudado a calentar un ambiente ya de por sí enrarecido. Aunque, al margen de excesos dialécticos, la jornada debería de servir para tranquilizar al sector público catalán, inquieto ante las noticias que amenazan con que pueda llegar el día en el que los sueldos no lleguen a tiempo.

Periodista