Nueva york. Las múltiples e incesantes protestas en Egipto han roto con el equilibrio que mantenía el Gobierno de Barack Obama entre el apoyo a las aspiraciones democráticas de los egipcios y los vínculos con el presidente Hosni Mubarak, un importante aliado en la zona. Las acrobacias del presidente estadounidense se han vuelto insostenibles y el viejo amigo es ahora un incordio. "Estados Unidos continuará defendiendo los derechos del pueblo egipcio", afirmó hace una semana, y fue adoptando un tono más severo a medida que la crisis se agudizaba, al punto que ayer exigió unas elecciones limpias "ya". De hecho, en los últimos días, Obama está negociando con el Ejército egipcio la salida de su viejo amigo.
Durante años, el dilema de Estados Unidos en el mundo ha sido el siguiente: traicionar sus ideales y dar apoyo a un aliado, aunque sea un dictador, o mantenerlos y permitir un gobierno que puede ser contraproducente para sus intereses. Para preservar su hegemonía mundial, los americanos han apoyado abiertamente reformas democráticas en el mundo árabe y otras regiones, pero, al mismo tiempo han protegido líderes autoritarios en Egipto, Arabia Saudí, Yemen o Jordania, entre otros países. La principal preocupación del Gobierno estadounidense en estas revoluciones es si los que hoy piden democracia votarán mañana líderes que pueden ser hostiles a los Estados Unidos.
"Obama se equivocó en no aplicar la misma estrategia seguida en Túnez y dar un apoyo claro a los manifestantes egipcios", asegura John Entelis, profesor especializado en Oriente Próximo de la Universidad de Fordham, Nueva York. Sin embargo, algunos analistas creen que el apoyo inmediato de Obama a las protestas podría haber complicado las relaciones con Mubarak si lograba mantenerse en el poder. Entelis no lo ve así y los últimos incidentes le dan la razón. "Veo muy difícil que Mubarak siga si las protestas no cesan. Pero si lo hace, estará en una posición muy débil para tomar represalias contra Estados Unidos".
A pesar de ello, Obama ha ido desde el principio con pies de plomo. Egipto es un aliado vital en la región que ha apoyado a los intereses americanos en temas como Irak, el conflicto entre palestinos e israelíes o el terrorismo islamista. Desde los acuerdos de paz de Camp David en 1978 -firmados por el Presidente egipcio Anwar el-Sadat y el primer ministro israelí Menachem Begin-, Estados Unidos ha subvencionado las fuerzas armadas de Egipto con más 38 mil millones de dólares.
Los hechos de las últimas semanas en Túnez, en Egipto y otros países del Oriente Medio ha sacado el polvo a la llamada agenda de la libertad seguida por el presidente George W. Bush para promover la democracia en todo el mundo, una estrategia que desde la Casa Blanca aseguran no funcionó tan bien, a la vista de que Hamás, considerado un grupo terrorista por Estados Unidos, ganaba las elecciones en Palestina de 2006 y, en el Líbano, el movimiento chií Hezbolá, con el apoyo de Siria e Irán, conseguía tener más poder que nunca en la política nacional.