ÉSa es la cuestión. Abrió oficialmente la espita el lehendakari, Patxi López, el pasado jueves. "Estoy convencido de que, tras las elecciones municipales y forales, el cambio del Gobierno Vasco se va a extender a diputaciones y ayuntamientos". No concretó López si con "el cambio del Gobierno Vasco" se estaba refiriendo a la fórmula que le aupó a Ajuria Enea, el acuerdo con el PP, o simplemente al hecho en sí del liderazgo socialista, pero la lectura inmediata que se hizo en la clase política vasca fue la primera.
Tanto es así que su propio socio preferente salía al paso al día siguiente para, curiosamente, poner freno a esa aspiración de sentar las bases de algún tipo de alianza más o menos formal entre ambas formaciones previa a los comicios del 22 de mayo. Y es curioso porque hace menos de dos años, cuando socialistas y populares suscribieron su Acuerdo de Bases, el PP presionó públicamente al PSE-EE durante varios meses para trasladar su entente a otras instituciones. Se habló también entonces del Ayuntamiento de Getxo, por ejemplo, pero la diana estaba puesta sobre la Diputación de Álava. Tiras y aflojas que duraron meses y que, en algunos momentos, dirigentes populares vincularon explícitamente a la supervivencia del Acuerdo de Bases.
Las aguas se calmaron. Tanto que el pasado viernes, el presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, salía al paso del envite previo de López afirmando que su partido no va a firmar nada "que suponga excluir a partidos como el PNV". Basagoiti fue más allá, para descartar un pacto global con el PSE-EE. El líder popular respondía así a una regla no escrita de la política preelectoral: no desveles tus preferencias de pacto postelectoral antes de ir a las urnas, entre otras cosas porque los votos pueden desbaratarlas.
Aunque lo cierto es que el deslinde del PP de un cierre de filas en torno a la alianza con el PSE-EE como fórmula única para encarar las próximas elecciones parece tener un telón de fondo más amplio que el meramente vasco. La especial mención que hacía Basagoiti a la necesidad de "no excluir" al PNV casa con el escenario que podría dibujarse en Madrid dentro de un año, con motivo de las generales. Aunque las encuestas prevean para Mariano Rajoy una clara victoria, el líder popular debería jugar la baza de tener un as en la manga por si no lograra la mayoría absoluta. Y el tradicional para formar mayorías en el Congreso tiene nombre nacionalista, bien de CiU, bien del PNV.
En el caso vasco, Basagoiti ha emprendido una etapa de recomposición de relaciones con la formación jeltzale tras años de absoluta ruptura. De hecho, su mediación propició un encuentro histórico entre Rajoy e Iñigo Urkullu el pasado julio en el Congreso. Prueba de esa nueva etapa en las relaciones entre jeltzales y populares es la nueva reunión que el presidente del Euzkadi Buru Batzar y Basagoiti mantuvieron este mismo martes.
Tras el envite del jueves del lehendakari, otros dirigentes socialistas salieron a matizar sus palabras: "el cambio", decía la portavoz del Gobierno Vasco, Idoia Mendia, en Onda Vasca-Grupo Noticias, no tiene por qué darse exclusivamente de la mano del PP. Es en Álava donde esa eventual fórmula encontraría más resistencia en las filas socialistas y así lo dejaba traslucir su secretario general, Txarli Prieto, que el viernes se adhería sin tapujos a las posiciones expresadas por Basagoiti. Quizá porque Álava será el escenario donde el equilibrio de alianzas que arrojen las urnas sea más delicado y tenga más influencia. Ayer, el secretario general de los populares vascos, el alavés Iñaki Oyarzábal, insistía: el PP afronta las elecciones de mayo "con las manos libres y sin ataduras".