vitoria. "En Nanclares no hay presos de ETA. Lo que se hace allí es cumplir estrictamente la ley y nada más que la ley". El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, reaccionó así el pasado mes de julio tras ser consultado por los motivos que le habían llevado a acercar a diversos presos de esta organización a cárceles cercanas a Euskadi o directamente ubicadas en suelo vasco.
Su argumentación se basaba en la firma por parte de la mayoría de estos reclusos de una declaración de desvinculación de la banda en la que se arrepienten del dolor causado y piden perdón a las víctimas; uno de los requisitos que marca la ley para conceder beneficios penitenciarios.
Interior dejó de aplicar esta estrategia en noviembre a la espera de ver cómo se desarrollaban los acontecimientos relativos al fin de la violencia de ETA. Sin embargo, este mes la ha vuelto a poner en marcha acercando o alejando a los reclusos de Euskadi en función de su actitud actual ante la estrategia armada.
La doctrina del Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK) dicta que ningún preso debe seguir el camino marcado por Interior para recibir beneficios penitenciarios, y así se ha venido haciendo en las entrevistas con los educadores de prisión, que habitualmente se resuelven en un par de minutos ante el rechazo de los presos del colectivo a seguir esta vía. Sin embargo, al menos 25 presos han sido trasladados a cinco de las cárceles del entorno vasco desde aquellas declaraciones de Rubalcaba y, en la tanda activada este mes, otro grupo -aún por cuantificar- ha llegado a Nanclares, lo que supone que habrían firmado también la carta de desvinculación y arrepentimiento por cuanto esta prisión no acoge a presos que aún no hayan roto con el EPPK. Allí coincidirán con críticos como Kepa Pikabea, José Luís Álvarez Txelis o La Tigresa, Idoia López Riaño, una decena de los cuáles gozarán este mes de cuatro días de permiso tras recibir el informe favorable de la dirección de la prisión.