Se pueden extrapolar a Euskadi los efectos del paso de los catalanes por las urnas? Pues para algunos sí, para otros no, y para terceros y cuartos, depende de cuáles. Ésta es una de las virtudes de la política; esa extraña ciencia del ejercicio del poder que ofrece a sus doctores la posibilidad de usar la palabra para amoldar la realidad a sus diferentes intereses y ofrecérsela así, pasada por el correspondiente tamiz, a sus clientes pasados, presentes y futuros: los electores.
Los partidos, especialmente los más grandes, funcionan como una máquina perfeccionada con el paso del tiempo de cuyos engranajes sale cada día un puñado de mensajes que en un tiempo se llamaron consignas y hoy, presos de los tics de la mercadotecnia, llaman "ideas fuerza", que sirven para alimentar los discursos de cada uno de sus portavoces, lo que explica que en un solo día se pueda ver a diversos representantes de un solo partido repitiendo sin duelo la misma idea.
Esta tendencia se intensifica al calor de cada convocatoria electoral, sea propia o ajena, y un ejemplo de lo que puede avecinarse hasta que llegue la campaña de las próximas municipales y forales ha sido lo que ha sucedido en la resaca de las recientes elecciones catalanas.
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El descrédito social cosechado por un Gobierno espurio
La factoría jeltzale fue sin lugar a dudas la que vio más claramente la posibilidad de mirarse en el espejo catalán porque, como a sus socios de CiU, un pacto liderado por el partido socialista le arrebató el Gobierno a pesar de haber sido la fuerza más votada. Así, sus cuadros dirigentes incidieron en la idea que lanzó el laboratorio del partido, incluso la víspera de los comicios catalanes, cuando ya advertía con un ojo -o los dos- puestos en Euskadi de que "al final se demuestra que las urnas te quitan lo que no te han dado". En palabras del presidente jeltzale, Iñigo Urkullu, el discurso sonó así el mismo domingo: "estos resultados evidencian que los acuerdos edificados exclusivamente con la intención de conseguir el poder que no les han otorgado las urnas" están "condenados al fracaso". Y fue esta misma idea la que le sirvió para advertir, pensando ya en las urnas vascas, de que "los partidos que inciden en ese error con la pretensión de extrapolarlo a otros ámbitos institucionales deberían ser conscientes de cuál es la sima que abren en la sociedad vasca".
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La defensa del "cambio": "No confundir deseos con realidad"
Hasta cuatro portavoces del PSE incidieron en 24 horas en la idea opuesta. "Extrapolar los resultados llevaría a cometer errores de bulto", repitieron casi con las mismas palabras el lehendakari López, José Antonio Pastor ("no se pueden extrapolar los resultados de unas elecciones a otras"), Rodolfo Ares ("aquéllos que pretendan extrapolar los resultados de Cataluña probablemente están confundiendo sus deseos con la realidad"), e incluso Idoia Mendia, que siguió la vía abierta por éste último para responder a la estrategia del PNV ("los resultados no son en absoluto extrapolables. Es algo que le puede interesar a Urkullu, pero no hay por dónde cogerlo".
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La antesala del "cambio", pero en Madrid, no en Vitoria
La factoría de ideas del PP prefirió centrar su lectura en las repercusiones que su ascenso en Cataluña puede tener en la reconquista de La Moncloa. Así, Alicia Sánchez-Camacho calificó sus propios resultados como "la prueba de que el cambio para España ha comenzado", el líder del partido se felicitaba por "el trasvase de votos" que creyó ver entre PSC y PP y que a su juicio muestra que "hay alternativa" en el Ejecutivo central, e incluso los populares líderes regionales Carlos Fabra y Javier Arenas veían tras estos resultados "la antesala" del cambio.
Sin embargo, aprovechando el margen de ajuste a los intereses más próximos, el PP vasco añadió al guión del cambio escrito en Génova la defensa del no cambio en Euskadi. Como resumió Iñaki Oyarzábal, la debacle de un gobierno forjado sin el partido mayoritario no es extrapolable a suelo vasco porque el PP ha "moderado" al PSE para que no caiga en la tentación de pactar con el nacionalismo.
Son sólo tres ejemplos, sacados de los partidos que cuentan con un mayor aparato en Euskadi, pero que dejan intuir las razones que llevarán a los políticos a coincidir reiteradamente en las mismas ideas moldeadas, especialmente a medida que se acerquen las elecciones.