DESPUÉS de las elecciones puede que la fiebre que consideraba al principado como punta de lanza del soberanismo en el Estado comience a disminuir. Especialmente, porque no parece que CiU, el vencedor intratable de los comicios, vaya a sacar su lado más reivindicativo. Su gran apuesta, el concierto económico, ya ha recibido un no tajante de Zapatero, por lo que habrá que estar atentos a las posibles alianzas convergentes, tanto en el Parlament como en Madrid, donde CiU acostumbra a negociar buena parte de los recursos que obtiene para Catalunya. Además, hay que recordar que, precisamente, la fórmula del concierto es el régimen con el que se regula la fiscalidad tanto en la Comunidad foral como en la CAV.

El debate sobre la relación con el Estado apenas ha estado presente en esta aburrida campaña, que se ha centrado más, como era de esperar, en asuntos económicos. Y en este ámbito, los catalanes han certificado que su músculo derecho está bien entrenado y es capaz de noquear a los sectores más progresistas. Las tres formaciones que pueden considerarse vencedoras de los comicios defienden un programa conservador y se diferencian entre ellas por la bandera que enarbolan: CiU, representante del catalanismo autonomista, aunque últimamente con tics soberanistas, PP, que es el único partido que ha sacado la enseña española en su propaganda electoral, y Solidaritat, liderada por el ex presidente del Barça, Joan Laporta, que propugna una declaración unilateral de independencia. Las reformas económicas (primera medida anunciada por Artur Mas) y renegociar la financiación catalana serán las prioridades del nuevo Ejecutivo.

A CiU, que se ha impuesto con autoridad pujoliana, le han faltado seis escaños para la mayoría absoluta. Con 62 sobre 135, se ha mostrado intratable. Una superioridad que solo empezaron a creerse cuando, con la campaña en su ecuador, las encuestas seguían sumando escaños en su casillero. Su mensaje, centrado en la idea de cambio tranquilo y en el desprestigio del tripartit, ha atraído al votante tradicional (que en Catalunya sigue siendo mayoría) pero también a una parte del PSC y a otra de ERC. El recado lanzado durante las dos semanas previas a las votaciones era claro: una mayoría amplia para no depender de socialistas o populares a la hora de gobernar. Y lo han conseguido. Ahora, a Mas le esperan cuatro años en los que no necesitará hipotecarse con nadie y podrá bascular, dependiendo de sus propuestas, entre las diferentes formaciones. En este sentido, no se puede perder de vista lo que ocurra en Madrid. Jordi Pujol, el president (con perdón de Mas) en todos los mítines convergentes, ya ensayó la fórmula de apoyarse en el partido que ejerza el poder en Madrid. Por ahora, el PSOE ya le ha abierto las puertas. El ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui, no ha tardado ni un solo día en mostrar su disposición a acuerdos. Eso sí, con un pero: el concierto económico deberá quedarse fuera del trato. No obstante, Mas advirtió que el tema de la financiación quedará en stand by hasta las generales de 2012. Se sentarán a negociar sobre la hucha con el próximo inquilino del despacho de La Moncloa.

Tripartit

El desastre de PSC y ERC no afecta a ICV

La apisonadora de CiU se ha llevado por delante a dos de las tres formaciones que compartieron gobierno en el tripartito: PSC y ERC. Sólo ICV, con 10 escaños, mantiene el tipo. Resulta paradójico que sean los ecosocialistas de Joan Herrera los únicos que han salvado los muebles, teniendo en cuenta que su formación se ha quedado sola reivindicando los logros del tripartit. Sus ya ex socios de Ejecutivo, socialistas y republicanos, han tratado de marcar distancias, y muchos analistas (especialmente aquellos de carácter más progresista) les reprochan no haber sabido vender los logros sociales de siete años de gobierno escorado hacia la izquierda. El castigo para la antigua mayoría de izquierdas, probablemente vinculado también a su incapacidad para sacar adelante el Estatut, ha sido severo. De los 70 parlamentarios que sumaba el tripartito solo quedan 48. Un batacazo que ya tiene su primera víctima: el actual president, José Montilla, ya ha anunciado que renunciará a su escaño y desaparecerá del mapa para facilitar la renovación interna después de obtener los peores resultados de su historia.

Los socialistas han hecho una campaña confusa. No solo porque su cartel electoral mostraba a Montilla en blanco y negro, como si diesen por seguro que el presidente en funciones era cosa del pasado. Analizando sus mítines, daba la sensación de que sus dirigentes certificaban que la partida estaba perdida antes de empezar a jugar. Si no, no se entiende una campaña de perfil bajo y en la que han cogido un peso especial los paracaidistas procedentes de Madrid, que lanzaban unos mensajes más centrados en la Moncloa que en la Generalitat. Quizás José Montilla calculó mal sus fuerzas y pensó que el tradicional apoyo catalán al PSOE en las generales se traducía en una confianza renovada hacia su proyecto. Probablemente, las cabezas pensantes socialistas no midieron bien su caladero de votos y se centraron mucho en ofrecer una imagen estatal creyendo que así atraerían al elector del cinturón de Barcelona. Un votante que, progresivamente, ha ido dejándose caer en manos del PP.

Si lo del PSC puede considerarse un hundimiento, los datos de ERC son una sangría. La formación liderada por Joan Puigcercós ha caído de 21 a 10 escaños, ha dejado escapar la mitad de sus votantes (de 414.044 baja a 218.046 sufragios) y se ha despeñado hasta convertirse en el quinto partido del Parlament. No sólo le ha adelantado el PP, una paradoja en una Cataluña con el independentismo en auge, sino también sus antiguos socios de ICV. Habrá que ver cuáles son las consecuencias internas de un desastre que coloca a ERC en cifras superadas hace al menos una década, sobre todo, teniendo en cuenta que las aguas han bajado revueltas en el río republicano durante toda la legislatura. Por el momento, Puigcercós no dimite. Anuncia una oposición "responsable" (que suele traducirse en ofertas de acuerdo) y una renovación interna que a él no le afecta, ya que seguirá al frente del partido, por lo menos en un futuro próximo.

Frente al llamamiento responsable de Puigcercós se encuentra Iniciativa, el tercer socio en el tripartit y el menos castigado. Joan Herrera, su cabeza de lista, ya ha anunciado que se opondrán a cualquier recorte social que ponga en marcha CiU. "Es un mal día para el país pero, en términos de partido, nos coloca en buena posición", reconocía ayer un líder juvenil de los ecosocialistas. Es cierto: ICV queda como principal referente progresista en un Parlament dominado por la derecha.

identidades

La victoria derechista, con rojigualda o con senyera

Al margen de Convèrgencia, el PP y Solidaritat son las dos formaciones que pueden presumir de unos buenos resultados. Los primeros, con Alicia Sánchez Camacho a la cabeza, han logrado 18 escaños y han superado sus mejores resultados. La clave para los populares es que, tras siete años condenados a la marginalidad, se sitúan en el centro político. No resultaría extraño que CiU recurra a su apoyo en materia económica, sabiendo como saben que ERC tendrá que darles su voto en cualquier iniciativa de carácter soberanista.

La tercera formación que saca pecho es Solidaritat catalana per la Independencia (SI), liderada por Joan Laporta. Con cuatro escaños, han logrado el techo que le pronosticaban las encuestas. Lo que resulta un misterio es qué papel adoptarán en el Parlament. Básicamente, porque poco se sabe acerca de su programa al margen de una propuesta de declaración unilateral de independencia que resulta ciencia ficción si se atienden a las matemáticas. Lo que ha quedado claro es que el ex presidente del Barça se ha impuesto a Joan Carretero (Reagrupament) en la lucha fraticida de un independentismo catalán atomizado y que no ha sabido aprovechar el auge soberanista que pronosticaban los sondeos.

Los otros

Carmen de Mairena, por encima de Rosa Díez

Ciutadans, la última candidatura con representación parlamentaria, ha logrado sobrevivir a una legislatura marcada por la división interna. Entre sus escindidos se encontraba Antonio Robles, que encabezaba la lista de UPyD, la formación creada por Rosa Díez y que ha tenido que afrontar el ridículo de lograr menos votos que la lista freeky por excelencia de estas elecciones, el CORI, que llevaba como número 2 a Carmen de Mairena.

Un aviso entre las formaciones que no han obtenido un asiento en el Parlament: la xenófoba Plataforma per Catalunya, liderada por el concejal de Vic Josep Anglada y que basa su campaña en el ataque contra los inmigrantes ha logrado más de 75.000 sufragios y se ha quedado a las puertas del Parlament. Un resultado que evidencia el giro hacia la derecha experimentado por la sociedad catalana.

Periodista