En una reciente entrevista, Rosa Regàs, (Barcelona-1933) decía que una de las ventajas de la edad es "aprender a hacer y a decir lo que te de la gana". Al entrar en materia política, sigue por esa línea. "No existe el debate político, nos dejamos llevar por las tertulias. La gente está cansada. Tenemos una sociedad mínimamente comprometida".

Es difícil acordar una hora con ella. Y no porque la escritora no ponga su mejor voluntad. Parece desencantada y no es amiga de lo políticamente correcto. La autora de Azul o La canción de Dorotea, observa una sociedad catalana -"y española en general"- en la que "nadie protesta por nada ni se entusiasma por nada". El tedio de la campaña es un tema de conversación recurrente. También su falta de contenido. "El ambiente está aburrido, la gente está cansada de los insultos entre los políticos", certifica. Aunque no todo es culpa de los políticos, matiza. "Todos somos mediocres y superficiales. Los políticos son el reflejo de la sociedad en la que vivimos". A pesar de ello, reconoce su incredulidad ante la falta de explicaciones de unos candidatos que se han deslizado a través de la superficialidad del lema, sin entrar en el detalle ni en la relevancia. "CiU nos dice que tendremos una Catalunya mejor", afirma en relación al lema central de los convergentes -Una Catalunya millor-. "Pero no nos ha explicado en qué vamos a mejorar". Ante la certeza del cambio de Gobierno, del regreso del pujolismo, personificado por Artur Mas, Regàs avisa de las consecuencias sociales: "Ha dejado entrever que privatizará la sanidad. En esto es como Esperanza Aguirre".

Con esa misma honestidad, no esconde sus simpatías por ICV, la formación liderada por Joan Herrera. "Es la opción más coherente de todas". Defiende la gestión del tripartito, aunque también les manda un recado. "No han sabido explicar lo que han hecho. En vez de tantos carteles, deberían de haber hablado de escuelas, de hospitales. Porque han desarrollado todo lo que Pujol no hizo en 23 años". Si se pone a bucear en los asuntos internos de la alianza progresista, encuentra también sus peros. El primero, ERC, "imprevisibles", y con el hándicap de que, según Regàs, todavía podrían unirse a Convergencia. El segundo, los socialistas catalanes, que, según la escritora, pagan el pato de los errores de su hermano madrileño. "A Montilla le está afectando la decepción con Zapatero, que ha dado un giro a la derecha y que va a hacer pagar la crisis a los trabajadores". Regàs propone algo que suena a utopía, pero que seguro que algún líder socialista catalán ya lo había pensado: separarse del PSOE. "No tiene sentido que continúen". En definitiva, Rosa Regàs está convencida de que, a pesar de haber sido "tan insultado", el tripartito ha cumplido con buena parte de sus objetivos. Al menos, espera que los catalanes no den su apoyo a opciones como la de Joan Laporta, a la que define como "folclore de derechas".