Madrid. El guardia civil que quedó atrapado bajo los escombros de la casa cuartel de la localidad alavesa de Legutiano recordó ayer en la Audiencia Nacional el atentado que ETA cometió el 14 de mayo de 2008 y que acabó con la vida del sargento Juan Manuel Piñuel. "De repente vi oscuridad y pensé que había muerto". La Sección Cuarta de la Sala de lo Penal inició ayer el proceso contra los presuntos miembros del comando Askatasun Haizea -Arkaitz Goikoetxea, Aitor Cotano e Iñigo Gutiérrez- para juzgar su relación con aquel ataque con coche bomba que alimentó las brasas bajo las que quedó sepultado el aeropuerto madrileño de Barajas tras la ruptura de la última tregua. La fiscal, Blanca Rodríguez, solicita penas de 534 para los dos primeros por un delito de asesinato terrorista, 26 delitos de asesinato en grado de tentativa, dos delitos de estragos terroristas, un delito de robo de vehículo y otro de hurto de vehículo; mientras que para Iñigo Gutiérrez pide 8 años de prisión por colaboración con organización terrorista.

Durante la vista oral, que continuará hoy, varios guardias civiles comparecieron como testigos protegidos y rememoraron el "espectáculo dantesco" que se produjo tras el ataque de la banda terrorista. Quince agentes y doce de sus familiares, entre ellos seis menores, residían en el acuartelamiento en el momento del atentado. Al comienzo del juicio, los tres acusados desafiaron al tribunal al negarse a tomar asiento durante la lectura de sus derechos, por lo que fueron de inmediato conducidos al habitáculo acristalado de la sala de vistas. Los tres acusados reiteraron ayer que fueron objeto de torturas.