BILBAO. A Rosa Rodero y Cristina Sagarzazu, viudas de dos ertzainas muertos a manos de ETA, les ha sorprendido el revuelo mediático desatado por su presencia en el homenaje en Bilbao a los miembros de HB Santi Brouard y Josu Muguruza, con cuya vida acabaron los GAL y la extrema derecha. Lo explican a este periódico de modo gráfico. Dicen que su asistencia ha representado una gota de leche en un vaso de café. Pero que el café con leche no está listo para ser servido.
Su respaldo no fue premeditado. "Fue decir: ¿Por qué no vamos? Y fuimos", explica Cristina. Y el acto fue "de lo más normal, correcto y sin extravagancias". Una valoración que no evita constatar la relevancia de reconocer el sufrimiento de los distintos damnificados derivados de un conflicto. "Haciendo cuentas, si esto sigue adelante el día de mañana y conseguimos la paz, vamos a seguir conviviendo todos juntos. Porque, aquí, vamos a seguir estando todos. Más tarde o más temprano, vamos a estar juntos", recuerda Rosa.
Rosa y Cristina tienen sus esperanzas y, a la hora de ser preguntadas sobre la posibilidad de que otras víctimas emulen su asistencia, se resisten a descartar ese escenario. "Cada uno tiene su forma de ver. Lo que sí puedo decir es que las víctimas quieren la paz. Sé que estarían de acuerdo con todo lo que se pueda hacer al respecto. Igual hay quien todavía tiene sus prejuicios, pero más tarde o más temprano vamos a estar juntos. Tenemos que empezar a aprender a convivir en paz", zanja Rosa. "En el fondo, a pesar de la imagen que se quiera dar, sabemos que todos sufren", remacha Cristina. "Estábamos haciendo lo que debíamos", recalca.
"Acudimos a un acto en el que estaban presentes las familias de dos personas que veían el diálogo como una salida. Una teoría que siempre he defendido. Pensamos, antes de asistir, que quizás podría molestarle a alguien que nos presentáramos, o que no nos fuera a gustar el acto. Por ello, fuimos con antelación y hablamos con Edurne -hija de Brouard-, a quien ya conocíamos. También hablamos con Elena -compañera de Muguruza-, y ambas estuvieron encantadoras. La abogada Jone Goirizelaia también nos saludó. El acto fue muy correcto. Nos pusimos en segundo plano para no molestar ni centrar atenciones", dice. "Hablé con Edurne. Me preguntó por mis hijos. Lo normal entre dos personas normales", apostilla Rosa.