vitoria. El tour de presentación del libro que recoge las memorias políticas de Juan José Ibarretxe recaló ayer en Vitoria, y quienes se acercaron al Palacio de Villasuso pudieron comprobar que el lehendakari es un hombre que mantiene sus férreas convicciones a prueba del paso del tiempo.

Coherencia y honradez a la hora de convertir las palabras en hechos fueron los ejes que vertebraron los elogios que recibió ayer Ibarretxe tanto desde el estrado como a pie de calle, donde el lehendakari que pasó a la historia por la reforma negada del marco jurídico político de Euskadi no se cansó de repartir sonrisas y de recibir abrazos.

Precisamente, haciendo buena su fama de político pertinaz, Ibarretxe recuperó la esencia del discurso que le convirtió en lehendakari para proyectarla sobre el futuro partiendo aquél rechazo y de los principios que cimentaron aquél plan: los éticos, que reivindican "todos los derechos para todas las personas" ante toda violencia, y los democráticos, que plantean que "solo a los ciudadanos" puede corresponder decidir cómo quieren construir su futuro.

Mirando a ese mañana, el lehendakari apeló al despertar de las conciencias adormiladas haciendo saltar dos alarmas que en realidad responden a un mismo fuego: el que a su juicio ha prendido la que definió como "la dictadura del siglo 21", la que nace de ese "no se puede" que tumbó la reforma estatutaria. "A día de hoy la falta de democracia no la veremos con la forma de dictaduras como la de Franco, sino que se inocula a través de la doctrina que anestesia a las sociedades asegurándoles que deben renunciar a sus ideas porque son imposibles". "Los derechos históricos del pueblo vasco son su auténtica Constitución", añadió, tendiendo después la mano del diálogo para construir desde su respeto.

globalización mal entendida Ante los riesgos de la globalización de esta "dictadura del siglo 21" que impone imposibles, Ibarretxe recurrió a los trabajos de prestigiosos sociólogos internacionales que advierten de que una globalización mal entendida podría reducir a no más de 500 los 5.000 pueblos que existen hoy en día para acabar reivindicando la defensa de lo vasco. "Se han extendido tres debates que son de los más corrosivos por ser falsos", advirtió. El primero, "el cultural"; el que plantea que lo universal anula lo local. El segundo, "el democrático" que ha extendido que la defensa de los derechos colectivos vulnera los derechos individuales cuando son planteamientos que deben ir ineludiblemente ligados. Y un tercero, el económico, que ha hecho buena la concatenación de riqueza, consumo y felicidad sin dejar lugar a modelos productivos como el vasco que siempre ha buscado "un progreso con cara y ojos".

Concluido el acto con la promesa del protagonista de seguir siendo siempre "un militante en contra del no se puede" y en favor de la palabra, Ibarretxe se entregó a la firma de un libro que, según destacó el que fuera vicelehendakari Jon Azua en su presentación, es hoy en día "más necesario y oportuno que nunca".