Hoy se cumplen diez años desde que ETA asesinara en Barcelona al político del PSC y profesor universitario Ernest Lluch, un hombre muy ligado a Euskadi, sobre todo a Donostia, con los Cursos de Verano, la música y el fútbol.

El "donostiarra" de Barcelona

"El afecto de Ernest (Lluch) por Donostia viene de muy lejos. Solía recordar cómo vino por primera vez de muy joven. Trabajaba en el departamento de ventas de la pequeña empresa familiar y le tocó venir cuando todavía era estudiante. Su madre le dijo: Vas a ir a la ciudad más bonita de España. Quedó muy de acuerdo con lo que le había dicho su madre y procuró mantener conexión. Venía por aquí hasta que fue adquiriendo una mayor relación a través de gente que iba conociendo". Hasta que Fernando García Jodrá, Txomin, condenado a 33 de años de prisión por el crimen, lo asesinó en Barcelona al anochecer de tal día como hoy hace diez años.

El catedrático de Historia del Derecho por la EHU-UPV, Jon Arrieta, añade a ese primer recuerdo sobre Lluch: "Los últimos diez o doce años casi casi compartía su residencia en Donostia con la de Barcelona".

Ernest Lluch (Vilasar de Mar, 1937-Barcelona, 2000) fue un político socialista que ocupó la cartera ministerial de Sanidad en el primer Gobierno de Felipe González, pero sobre todo fue conocido por su labor académica, que le vinculó de una manera decisiva con la capital guipuzcoana.

En ella, tres grandes áreas abarcaron la actividad de Lluch: la propia como doctor en Ciencias Económicas, la pasión por la música y el gusto por el fútbol.

El ex director de los Cursos de Verano de la capital guipuzcoana, Ricardo Etxepare, recuerda cómo le conoció: "Él era rector de la Universidad Menéndez Pelayo, en Santander. Conectamos muy pronto y nos ayudó mucho. Hacíamos cursos en colaboración, él mismo era profesor en cursos nuestros, frecuentaba el Palacio Miramar, charlábamos, comíamos y teníamos una relación muy próxima".

Labor académica

Cursos de Verano

El catedrático de Historia del Derecho por la EHU-UPV, Jon Arrieta, conoció a Lluch en una época parecida a la que lo hizo Etxepare, a mediados o finales de los ochenta: "Yo era profesor de Derecho en la Universidad Central de Barcelona y él vino de su Facultad, la de Económicas, a la nuestra a impartir un seminario".

Desde entonces, el contacto fue permanente, incluso cuando Arrieta empezó a impartir en Donostia: "Sobre todo él junto a Miguel Herrero de Miñón -con quien mantenía una gran amistad siendo políticamente tan lejanos- tuvimos la iniciativa de poner un curso de verano en marcha. Lluch pidió mi colaboración junto a la de Jesús Astigarraga. Yo ya era profesor aquí y era el punto de conexión con los Cursos".

Otra de las pasiones del político catalán cuando venía a Donostia era la música. Diez años después del asesinato del profesor catalán, Etxepare recuerda cómo "un día de verano, tras un concierto de la Quincena Musical, él, Joxe Mari Korta (ex presidente de Adegi y también asesinado por ETA en 2000), José Mari Ruiz de Urchegui (ex secretario de la misma patronal), otros amigos y yo estuvimos cenando en Casa Nicolasa. Pasamos un rato muy agradable".

Arrieta ahonda: "Este lunes mismo estuve en un concierto en el Kursaal y el recuerdo de Ernest diez años después es el de la ausencia. Era un gran amante de la música. Incluso solía ir a los ensayos en Miramón y también era socio del Orfeón".

"Todo esto -añade- me ha servido para entender cómo llegó a tener una red amplísima de personas que conocía no superficialmente, sino con una cierta profundidad". Arrieta pone un ejemplo de lo que solía hacer el político catalán: "Si tenía una reunión informal o una cena, procuraba estar informado del nombre o la profesión de las personas que iban a estar. Eso que resultaba luego tan natural, procuraba tenerlo encaminado para que luego la conexión fuera más fresca".

afición al fútbol

Gol en la estación

Wembley, Londres, 20 de mayo de 1992. El FC Barcelona disputa una nueva final con el objetivo de conseguir su primera Copa de Europa. Lluch, aficionado culé, no está entre los 25.000 aficionados catalanes que toman la capital inglesa. Se encuentra en Gipuzkoa, antes de tener que partir esa misma noche desde Hendaia hasta París.

"El hombre quería ver el partido y a la noche tenía que ir a París y le dije: "Vente a cenar a mi casa"", recuerda Etxepare. "Con toda naturalidad, vino y ahí estuvimos viendo un partido que no terminó en su tiempo". Hubo prórroga, pero el tren no esperaba.

El ex director de los Cursos de Verano llevó a Lluch -también aficionado de la Real y de Atotxa- a la estación. Era el minuto 111, el sexto de la segunda parte de la prórroga, cuando Ronald Koeman marcaba el tanto de la victoria de un equipo plagado de jugadores vascos como Txiki Begiristain, Julio Salinas, Zubizarreta o Bakero que, como Lluch, provocaron un sentimiento de cercanía entre Euskadi y Cataluña. Etxepare y Lluch vieron el gol a pie de escalerilla.

El asesinato

Noticia en la estación

En el mismo sitio pero más de ocho años después fue donde Etxepare conoció el fatal desenlace de Lluch: "La mañana siguiente, el 21, salíamos hacia París para una reunión de la Unesco. Dos compañeros me dieron la noticia. Son cosas que, por la proximidad, te pillan de una forma especial. Era tremendo e increíble, no hubiese pensado, como tampoco pensaba que podía ocurrirle a Joxe Mari Korta, nada parecido".

El ex presidente de Adegi fue asesinado pocos meses antes junto a su empresa en Zumaia. Pocos días antes, ETA había acribillado en Tolosa a Juan Mari Jáuregui. En enero de 2000, había roto su penúltima tregua. "Fue un verano muy duro, porque creo que Ernest era consciente del riesgo que estaba corriendo", recuerda Arrieta.

De la vida política de Lluch en Donostia ha pasado al recuerdo colectivo un mitin de los socialistas en la campaña electoral de 1999 en la plaza de la Constitución. Increpado y boicoteado por miembros de la izquierda abertzale radical, Lluch les respondió aquello de que gritaran más fuerte, que mientras gritaban al menos no mataban.

Arrieta no olvida los últimos días de Lluch en Donostia: "El clima era muy poco tranquilizador. Él lo vivía pero hizo un esfuerzo de no dejar de venir con el objetivo de demostrar con sus amigos y colegas que él no iba a hacer una excepción evitando un riesgo que los que estaban aquí sí estaban corriendo".

Una de las hijas de Ernest Lluch, Rosa, en el homenaje al político catalán al año de su asesinato.

Lluch era consciente en verano de 2000 del "clima muy poco tranquilizador", pero decidió seguir viniendo