rangún. Aung San Suu Kyi, la Nobel de la Paz y símbolo de la lucha por la democracia en Birmania, fue ayer liberada después de siete años y medio de cautiverio, al expirar la pena de 18 meses impuesta por la Junta Militar birmana.

La liberación provocó una explosión de júbilo entre los cerca de 3.000 seguidores que desde primeras horas de la mañana aguardaban en Rangún, frente al control de seguridad que impedía el acceso hasta la residencia de la líder del movimiento democrático.

Entre los congregados se produjeron llantos, abrazos y gritos de emoción cuando Suu Kyi, radiante de felicidad, se asomó por encima de la verja de su casa vestida con un una blusa de color lila y flanqueada por tres destacados miembros de su partido, la Liga Nacional por la Democracia (LND).

Un seguidor se encaramó para entregarle en mano un pequeño manojo de flores de jazmín como los que Suu Kyi solía lucir en el pelo en sus apariciones públicas, y ella lo cogió y se lo puso radiante de felicidad. "No lo puedo creer, no me lo puedo creer, Aung San Suu Kyi está libre", repetía uno de sus seguidores.

Suu Kyi pidió silencio y el gentío calló para escuchar de su voz un mensaje de unidad para afrontar los retos, en el nuevo marco surgido a raíz del triunfo del partido de los generales en los comicios celebrados el pasado día 7. "Tenemos que trabajar unidos para alcanzar nuestros objetivos" dijo esta mujer que ha vivido 15 de los últimos 21 años en cautiverio por luchar para instaurar la democracia en su país.

Al anochecer y tras extenderse por Rangún la noticia de su puesta en libertad, riadas de miles de personas se dirigían hacia la vivienda de Suu Kyi, en la Avenida de la Universidad y a orillas del lago Inya.

Atrás habían quedado para sus seguidores y militantes de la LND dos días de incertidumbre y momentos de tensión. "No hay confirmación de nada", declaró a la prensa el embajador del Reino Unido en Birmania, Andrew Heyn, en una visita al control de seguridad por el que pasaron diplomáticos de varios países de la Unión Europea, en un aparente gesto de apoyo a la opositora.

Unas pocas horas antes de que Suu Kyi fuera liberada, activistas de su partido traspasaron la línea de seguridad para hacer una sentada a unos dos metros de la empalizada y alambrada de espinos del control, a lo que la Policía respondió con una formación preparada para cargar contra la gente.

Los congregados comenzaron a barruntar que la liberación de la Nobel de la Paz estaba cercana cuando a distancia observaron que en su domicilio entraban tres vehículos, que salían un cuarto de hora después. La gente se abalanzó sobre el control de seguridad antes de que a los policías les diera tiempo a retirar las empalizadas de maderas y alambrada de espinos.

El régimen militar firmó el viernes la orden de liberación de Suu Kyi, según fuentes de la LND, partido que la Comisión Electoral disolvió este año cuando decidió boicotear las elecciones por considerar que éstas eran una estrategia de los militares para perpetuarse en el poder.

libertad sin condiciones El vicepresidente de la Liga, Tin Oo, un octogenario curtido por los largos encarcelamientos, aseguró que "nunca" Suu Kyi "aceptará una libertad con condiciones". "Antes que aceptar condiciones, prefiere seguir encerrada, siempre lo ha hecho así", aseguró Tin Oo a los periodistas durante una vuelta por el control de seguridad.

El arresto de la líder de la oposición fue alargado 18 meses en agosto del año pasado tras ser declarada culpable de cobijar en su domicilio a un desconocido que llegó hasta allí a nado por el lago.

Las elecciones se celebraron el domingo pasado sin contar con la oposición democrática y sin atender a los llamamientos de la ONU, EEUU, la UE y otros países que pedían primero la liberación de todos los presos políticos, incluida la de Suu Kyi.

Aunque el escrutinio no ha concluido, los resultados parciales que difunde la Comisión Electoral confirman esa proclamación, que significará que los militares continuarán gobernando, pero ahora con la legitimidad de las urnas.