Ya me encargo yo de poner orden para que se callen todos". Así de claro se mostró el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, en una reunión privada que mantuvo con el dirigente popular Federico Trillo para tranquilizar a este partido sobre la actitud que mantienen los socialistas sobre el futuro de Batasuna y las crecientes expectativas que se disparan ante un posible fin de la violencia de ETA. "El humo está aumentando en exceso", cuenta Trillo que le dijo, apuntando la idea que un día después haría pública tras la reunión del Consejo de Ministros, donde admitió que había habido "muchas, demasiadas" declaraciones sobre estos contactos.

En este largo periodo preelectoral, el PP ha vuelto a explotar el viejo filón del miedo a la "rendición" del Estado a los pies de ETA y ya habla de "bandazos" y "ambigüedades" para poner en duda las verdaderas intenciones de un Gabinete Zapatero que temen que repita victoria electoral apoyándose en la consecución del fin de la violencia en Euskadi. Decididos a explotar esta mina, sus principales dirigentes hicieron "saltar todas las alarmas" hace unos días después de que los medios publicaran la existencia de contactos entre las cúpulas del PSE y la antigua Batasuna -negados oportunamente por ambos bandos- y ante el guiño que lanzó el propio presidente español cuando aseguró que los pasos dados por este mundo alejándose del uso de la violencia no serán "en balde". El PP vasco pidió la comisión de seguimiento de su pacto con el PSE, UPN exigió explicaciones en el Senado y la cúpula de Génova se aprestó a laminar la credibilidad del presidente ante el "coro desafinado" de declaraciones que dijo percibir de la dirección socialista. Pero algo ha cambiado desde la conversión oficial de Rubalcaba en número dos del Gobierno.

"prudencia y discreción" A raíz de los crecientes rumores de diálogo, Patxi Zabaleta aseguraba hace unos días que negar la existencia de contactos entre el socialismo y la formación ilegalizada es hoy en día "ridículo y lamentable", el PNV y otras formaciones como EB pedían al PSOE que si no se ha reunido con este mundo se decida ya a hacerlo, y el propio presidente del PSE, Jesús Eguiguren, reconocía que, de estarse dando este diálogo, no le parecería en absoluto "tan grave". De hecho, contactos de este tipo hicieron posible la fotografía "inédita y extraordinaria", como la calificó entonces Patxi López, que en 2006 retrató a la cúpula del PSE dialogando con la de Batasuna -ilegal entonces como ahora- y que allanó el proceso frustrado de Loiola.

Sin embargo, Rubalcaba sí lo ha debido de ver "grave" y el cambio que han sufrido los discursos emitidos por sus compañeros reflejan su poder y su impronta. El más directo, el del quien hasta hace meses ha tenido en sus manos el control del aparato del partido, José Blanco, que no dudó en asegurar que él mismo se encargaría de trasladar al presidente del PSE que en este momento "sería aconsejable que estuviera más silencioso". "Eguiguren es el presidente del PSE, pero no es el PSE", subrayaba el mismo día el portavoz del PSOE en el Congreso, José Antonio Alonso, para rematar la faena de aliño en medio de una rebaja generalizada en el tono de los discursos, que en poco más de una semana se han plagado de conceptos como "discreción", "prudencia" o "cautela". De ahí, entre otros motivos, el infructuoso intento de los socialistas por evitar la difusión por el Grupo Noticias del encuentro del viernes pasado entre Eguiguren y Goirizelaia.

discurso unívoco Rubalcaba llegó a la vicepresidencia con aura de escudo de Zapatero y oposición de la oposición. Pero, además de eso, lo que por el momento ha quedado más que demostrado es que en el nuevo Ejecutivo surgido tras la crisis de Gobierno que -como explicó concienzudamente el propio presidente- estará especialmente preocupado por comunicar mejor sus decisiones a los ciudadanos, Rubalcaba quiere acabar con ese "coro desafinado" de valoraciones para que el mensaje que se emita desde La Moncloa sea unívoco y sus líneas maestras se maquen sólo por su boca o por la de Zapatero. De hecho, únicamente el presidente se ha permitido hasta ahora saltarse esa ley del silencio para volver a conceder que los movimientos que se intuyen en el rígido mecanismo de Batasuna "pueden tener consecuencias" como toda explicación a su no menos críptico e intencionado anuncio de que "no serán en balde".

La consigna está clara, por lo que quienes a partir de ahora quieran entrever lo que pasa en la cocina lo tendrán mucho más difícil, ya que en la puerta se encontrarán vigilante a un hombre que se ha hecho famoso por su férreo control de los aparatos que lidera, y que además ha mostrado la línea a seguir construyendo un discurso granítico que no ha variado un ápice desde que dibujó a Batasuna la línea roja de su vuelta a la legalidad desde la base de su ya famoso "o votos o bombas".