BILBAO. Walter Wendelin ha sido en los dos últimos años el "embajador" de la izquierda abertzale en América Latina, después de haber sido durante mucho tiempo la cabeza visible de Askapena. El pasado mes de marzo, el Gobierno de Venezuela la prohibió la entrada en el país y lo expulsó a Francia.

Wendelin nacido en Suiza en 1957, aunque tiene nacionalidad alemana, se instaló en Nicaragua en los años ochenta y estuvo trabajando en ese país en apoyo a la revolución sandinista. Durante esa época entró en contacto con el entorno de ETA y por eso, cuando los sandinistas perdieron el poder, en 1990, el ciudadano alemán se trasladó a Euskadi y comenzó a trabajar para Askapena.

En representación de este grupo, primero, y luego en representación de la izquierda abertzale, Wendelin ha realizado numerosos viajes por América Latina, el último de ellos la semana pasada. En ese continente ha mantenido numerosos contactos con grupos políticos izquierdistas y, más recientemente, con representantes de lo que han dado en llamar "pueblos originarios".

En los últimos años han sido especialmente destacadas las conexiones de Wendelin y Askapena con el movimiento bolivariano. En febrero de 2008, Wendelin e Iñaki Gil de San Vicente asistieron en Quito a una reunión de la Coordinadora Continental Bolivariana. El periódico colombiano El Tiempo, que dio a conocer una foto en la que aparecían los dos en la reunión bolivariana, señaló que tanto Wendelin como Gil de San Vicente estaban siendo seguidos por la policía ecuatoriana.

A raíz de la difusión de aquella imagen, el dirigente de Askapena hizo unas declaraciones en las que afirmaba que "vincular a los vascos con las FARC es delincuencia mediática".

Los viajes de Wendelin han resultado polémicos en algunos países, como en Chile, a donde el dirigente de Askapena viajó en junio de 2007 para reunirse con miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, un grupo que practicó el terrorismo durante la dictadura de Pinochet y en los primeros años de la democracia. La reunión de Wendelin con el FPMR fue vigilada por la policía, según informó la prensa chilena.

Durante ese mismo viaje, Wendelin visitó en la cárcel de Angol a José Huenchunao y Héctor Llaitul, líderes del grupo mapuche radical Coordinadora Arauco-Malleco. Las relaciones de Askapena con los grupos mapuches han sido mal vistas por las autoridades chilenas que el 11 de agosto del pasado año impidieron la entrada en el país a cinco miembros de la organización internacionalista por haber estado en contacto con sectores radicales de los mapuches. Los cinco miembros de Askapena llegaron a Chile a mediados de julio y mantuvieron contactos con algunas comunidades mapuches provocando la inquietud de las autoridades locales. El 2 de agosto se desplazaron hasta la localidad de Bariloche, en Argentina, y cuando intentaron regresar a Chile les fue impedida la entrada por orden del Ministerio del Interior.

El pasado 28 de marzo, Wendelin, después de haber estado en México, viajó a Caracas, pero la policía lo detuvo en el aeropuerto y le impidió entrar en el país. Dos días más tarde le obligó a coger un avión con destino a París por ser la capital francesa el punto en el que había iniciado su viaje. En París fue retenido durante unas horas por la policía gala, pero luego quedó en libertad, tomó un tren hasta Baiona y desde ahí se dirigió al aeropuerto de Biarritz donde se embarcó en un vuelo con destino a Irlanda, eludiendo regresar a Euskadi en ese momento.

A raíz de su expulsión de Venezuela, Askapena difundió una nota de protesta en la que trazaba el perfil revolucionario de su portavoz. Comenzaba recordando sus trabajos "para la revolución sandinista" en los años ochenta y su apoyo a los palestinos antes de destacar que era "un ferviente defensor de Cuba, de Venezuela, de Bolivia, de El Salvador, de Ecuador, de la causa por la Nueva Colombia, de los proyectos de integración ALBA, Mercosur... y del Movimiento Continental Bolivariano".

El representante de Askapena había viajado a Venezuela en diversas ocasiones -la última de ellas en el mes de diciembre de 2009 con el visto bueno de Caracas-, sin ningún problema. Sin embargo, las tensiones entre Venezuela y España por la presencia de etarras en el país llevó al Gobierno de Chávez a impedir la entrada de Wendelin en marzo como gesto hacia el Ejecutivo español.