"Oye, tú sabes algo?" preguntaba uno "¿Al final hay rueda de prensa, no? ¿Pero será aquí o en Bilbao?", planteaba otro. "¿Pero está confirmado el acuerdo?", lanzaba alguien. La duda y las preguntas sin respuesta sobrevolaban la zona de prensa del Congreso de los Diputados. Todos intuían que el acuerdo estaba al caer. Pero sólo eran suposiciones. Docenas de periodistas esperaban que una u otra parte de la negociación lanzara la ansiada convocatoria. Pero PNV y PSOE mantenían silencio. De pronto, a media tarde, el digital de un periódico estatal anunciaba en una nota urgente que se había alcanzado el acuerdo. Radios y agencias se mantuvieron prudentes. No había comunicación oficial. No había que precipitarse. Y de repente, al filo de las ocho de la tarde, una lluvia de sonidos de SMS cayeron en la zona de prensa de la Cámara baja. "¡PIP-PIP- PIP-PIP!". No hacía falta mirar el móvil. Era La Convocatoria. Redactores grabadora en mano y con la mirada fija en la pantallita del teléfono abandonaron sus mesas sin saber aún donde iban a tener lugar las declaraciones. "¡Urkullu y Erkoreka delante de los leones!", gritó alguien. "¿Urkullu también? ¡Joe!", respondió una voz apresurada y sorprendida. Nadie se esperaba que el mismísimo presidente del EBB compareciera ayer en Madrid. Pero la ocasión lo merecía... Un nutrido grupo de periodistas alterados, cámaras y fotógrafos bajaron corriendo a los pies de los míticos leones del Congreso y esperaron, expentantes, a que los dos jeltzales hicieran aparición. Mientras, los viandantes que pasaban por allí se paraban, tímidos, con recato, expectantes para ver quién era la celebridad que estaba a punto de hacer acto de presencia.

Sólo hicieron falta un par de minutos. Allí estaban. Iñigo Urkullu y los diputados del Grupo Vasco al completo. Bajaron la calle tranquilos, sonriendo, dejandose mimar por los objetivos y sin hacer esperar a los periodistas que aguardaban en el punto de encuentro sin quitarles ojo.

Urkullu y Erkoreka se situaron en el centro de los chicos de la prensa. El resto de diputados quedó en un discreto segundo plano, a la espera. Micrófonos y grabadoras buscaban las mejores posiciones en un alboroto que acabó por organizarse en perfecto compañerismo en torno a los protagonistas. "¡A ver!", dijo algún colega de profesión solidario, "¿Estáis preparadas las cámaras? ¿Sí?.... ¡Ya!". Y el presidente del EBB comenzó a hablar.