ALEX Salmond no renuncia a la independencia de Escocia, un objetivo político que sigue tan vivo como nunca en su mente. Es más, cree que en ella está la salvación frente a la preocupante situación económica que atraviesa el Reino Unido y el escenario de recortes que planea hacer el gobierno de Downing Street. Pero las circunstancias políticas de cada momento obligan en ocasiones a revisar planes y si en un principio su intención era convocar un referéndum sobre la independencia el próximo 30 de noviembre, la rotunda oposición del resto de partidos políticos hacen hoy inviable la consulta, lo que ha obligado a Salmond a retrasar este compromiso hasta la siguiente legislatura.
Lejos de ser un revés, y pese a las muchas críticas que ha recibido de sus opositores por el gasto de dinero público que ha supuesto la preparación de una ley de este tipo, para el nacionalista escocés se trata de una baza política que está dispuesto a aprovechar al máximo especialmente de cara a las nuevas elecciones legislativas que tendrán lugar en mayo de 2011. "Los partidos unionistas (laboristas, conservadores y liberales) han dicho que votarían en contra, así que como se oponen tan drásticamente es mejor preguntar directamente a los ciudadanos en las urnas si quieren la independencia de Escocia y decirles que los partidos unionistas no quieren darles la ocasión de pronunciarse", explican fuentes cercanas al primer ministro.
La intención del Ejecutivo que lidera en minoría es dar a conocer el contenido de la ley del referéndum en unas semanas para que los ciudadanos conozcan con tiempo sus intenciones. Las dos preguntas serían si apoyan aumentar los poderes del parlamento escocés y, una segunda, si los poderes de esta cámara deberían también ser ampliados para permitir la independencia. En todo caso, y aunque creen que sólo la plena independencia y la igualdad como Estado miembro dentro de la UE les permitirá aprovechar todo su potencial, admiten la existencia de distintas sensibilidades políticas.
"doble rasero" Y es que, los nacionalistas escoceses denuncian que los partidos británicos tienen un doble rasero y que niegan a Escocia lo que sí aceptan para otros países como Gales, donde laboristas, conservadores y liberales sí han aceptado, en cambio, la celebración de un referéndum para incrementar las competencias del parlamento de Cardiff en beneficio de sus ciudadanos. "Un referéndum para Gales está bien. Incluso un referéndum para cambiar el sistema de voto de Reino Unido, pero no para Escocia", se quejan.
Mientras avanzan hacia ese objetivo, lo que necesitan, dicen, es autonomía fiscal. "Lo que verdaderamente necesita Escocia no es una fórmula de financiación. Necesita el control de sus propios recursos y la habilidad de hacer crecer los beneficios además del gasto", advertía Salmond la semana pasada durante la presentación de su programa legislativo. Un primer paso que sin duda les hace mirar hacia Euskadi. "Por supuesto que vemos al País Vasco como un modelo en el terreno de la fiscalidad. El Gobierno escocés debería también poder recaudar todo el dinero que gasta", responden. Y más en época de recortes. Londres recortará el presupuesto escocés entorno a 4.500 millones de euros el próximo año.