Una semana después del comunicado de ETA ya tenemos unas cuantas posiciones fijadas y es curioso constatar que, en cualquier caso, este texto no ha despertado tanto interés como aquellos comunicados que en nuestra buena fe siempre creímos "históricos". No, esta vez no ha sido así y una primera conclusión es que la sucesión de engaños ha hecho aumentar la lista de los escépticos, ha convertido a los escépticos en negacionistas y ha creado cierto alborozo entre quienes confían en que podrán salir del ostracismo político al que les llevó la violencia de ETA.

Lo que sigue es una disección de las opiniones de personas que han participado en el debate que se abrió en Facebook cuando colgué la columna titulada "¿Como si nada?"

Escépticos. Somos los que no nos creemos demasiado cualquier cosa que firme ETA porque se le acabó el crédito, pero seguimos insistiendo en que no podemos hacer como que nada está pasando a nuestro alrededor y pensamos que con toda la cautela que dictan experiencias anteriores, sería conveniente no desaprovechar cualquier oportunidad que nos lleve al final de la violencia.

Según de dónde vengan las críticas se nos reprochan cosas distintas. Quienes hablan de la "incuestionable aportación" de ETA a un proceso democrático, creen que lo único que hacemos con este descreimiento general es frenar algo que ya está en marcha, una decisión irreversible de sustituir la violencia por la política. La otra crítica proviene de los negacionistas: alimentar esperanzas es prolongar las ansias de ETA de seguir imponiendo su ley a base de tiros.

Negacionistas. Han pasado a engrosar este grupo los que fueron entusiastas en Lizarra y escépticos en Loiola. Para ellos ya no hay esperanza de que a una reacción nuestra, ETA pueda dar otro paso más audaz hacia la paz. Simplemente, se sienten asfixiados ante lo que uno de ellos llama "ese chicle pegajoso" en nuestras vidas que es ETA.

Edu, por ejemplo, lo resume así: "Esta banda lleva años secuestrándonos: han secuestrado nuestra libertad, nuestra paz, nuestra imagen, nuestras ilusiones y buena parte de nuestro progreso. Han matado en nuestro nombre. Y ahora, después de agotar todas nuestras expectativas en la última intentona, nos aflojan un poco la soga y pretenden que nos lancemos agradecidos a darles un abrazo. No me fío."

Josetxo explica por qué cree que no hay que dar esos pasos: "Los demás ya hemos dado suficientes muestras de saber cómo caminar. Incluso hemos puesto muchas veces muletas por si (...) quieren caminar, por donde la inmensa mayoría de esta sociedad. Ellos son los únicos que tienen que dar los pasos".

Entusiastas. Su explicación es bien sencilla: si no hacemos nada, nada cambiará. Hay continuas referencias a que "todos" tenemos que contribuir a la causa de la paz y que no hace falta ser ETA para defender que sus palabras deben ser tenidas en consideración. Me parecería demasiado simple agruparlos y decir que son los representantes en el debate de la izquierda abertzale ilegalizada. Además de simple, resultaría injusto. De la misma manera que algunos de ellos acusan a los negacionistas, y también a los escépticos, de ser poco menos que los portavoces de las tesis de Mayor Oreja.

Iurgi se explica así: "Un alto el fuego siempre es una buena noticia... lo demás son películas de indios y vaqueros. Ni los indios deben cortar cabelleras ni los confederados robarles sus tierras. Ya es hora de que todos hagamos algo para fumar la pipa de la paz".