La noticia de la declaración pública de ETA no ha sorprendido a casi nadie. Otra cosa es el contenido de la misma, que paso a reflexionar sobre lo que más me llama la atención.
En primer lugar, me alegro del gran alivio que habrán experimentado muchas familias que llevaban "con normalidad" unas cuantas atmósferas de presión sobre sus cabezas: seguro que los amenazados y sus escoltas habrán compartido el alivio. Mi solidaridad con todos ellos.
En cuanto al comunicado, es más restrictivo que otros anteriores porque deja preguntas clave en el aire: ¿el chantaje y la extorsión también cesan?, ¿el parón violento es temporal o definitivo? La diferencia respecto a otros comunicados es que ETA está presionada públicamente por la apuesta soberanista de Batasuna y Eusko Alkartasuna, a quienes tampoco el comunicado ha cubierto sus peticiones de un alto el fuego permanente.
En tercer lugar, el comunicado no hace ninguna referencia a los mediadores internacionales ni a los principios de la Declaración de Bruselas, que seguimos esperando -desde abril- un posicionamiento de ETA a esta veintena de líderes internacionales en resolución de conflictos y procesos de paz, entre ellos cuatro Premios Nobel de la Paz, que partían de la necesidad de "un alto el fugo permanente y completamente verificable" para realizar cualquier paso posterior.
Por último, la propia redacción del texto supura un tufillo táctico en el que ni una sola vez aparece la palabra "paz" en medio de constantes referencias a la democracia pero obviando cualquier mención a la representación política que los vascos nos venimos dando desde hace más de treinta años. Democracia defectuosa, mejorable, injusta a veces, pero es la de todos.
Este comunicado no frenará la creciente socialización de que ETA sigue siendo un obstáculo para la paz, los derechos vascos y la normalización política institucional, ahora descuajeringada. Más bien parece que ha perdido la batalla mediática.