Dicen aquí y allá que en unos días o semanas la organización terrorista va a declarar una tregua. Lo dicen, por un lado, quienes no han dejado de decirlo nunca. También alimentan la culebra las declaraciones de altos responsables políticos socialistas. Y hasta hay medios que informan de una próxima declaración de la izquierda abertzale heredera de Batasuna que respaldaría o engrasaría un posible anuncio de tregua.
Curiosamente, lo publicado en estos días por DNA sobre el documento de ETA no se compadece con esas expectativas, o quizás son las expectativas las que no se compadecen con lo publicado; no lo sé. Quizás es que el documento en cuestión es demasiado antiguo. Ha pasado un año y en un año pueden haber ocurrido muchas cosas. Quizás los terroristas han recapacitado y han llegado a la conclusión de que estaban en un error. Quizás se han percatado de que ya iba siendo hora de dejarlo. Pero resulta difícil de creer. Sería, claro está, la mejor noticia que podríamos recibir, pero es muy dudoso que en el tiempo transcurrido desde agosto de 2009, las cosas hayan cambiado en tal medida.
A tenor de lo publicado, ETA hace un año no sólo no estaba por la labor de dejarlo, sino que de hecho, teorizaba sobre su papel en un supuesto "proceso democrático" que se pretendía desarrollar. Y ese papel no consistía, precisamente, en hacer mutis por el foro; más bien se veía a sí misma en otro papel, protagonista y más acorde con su historia y su práctica reciente. Es más, los pasajes del documento dedicados a glosar la función de la actividad terrorista no dejan lugar a dudas y son, además, especialmente duros, muestra de una gran crueldad.
Claro que es posible que las bases de la antigua Batasuna no estén ya dispuestas a seguir instaladas en el ostracismo político. O quizás es que están hartas -aunque no lo expresen de forma tan cruda- de que siempre les digan otros lo que tienen que hacer, de aceptar el liderazgo y la tutela de una vanguardia inoperante y sanguinaria. Quizás ese hartazgo mueva a la vanguardia en cuestión a condescender y hacer algo de caso a las demandas de la retaguardia. Por eso no es descartable que declaren algo. Puede que declaren unos meses de asueto hasta la siguiente ruptura. Lo llamarían "alto el fuego", aunque su denominación más precisa sería, creo yo, "tregua táctica". Es más, a estas alturas quizás no le vean más que ventajas a esa posibilidad: su retaguardia tendrá algo de aire para respirar y ellos, entre tanto, a recuperarse de tanto infortunio en forma de caídas. Y luego, ya se sabe, cuando se acabe el asueto, la culpa será de todos los demás, como siempre.
Como dice un amigo, es muy difícil hacer predicciones, y más difícil aún si lo que se pretende predecir es el futuro. Por eso no me atrevo a anticipar lo que vaya a ocurrir; no puedo asegurar que las cosas ocurrirán de la forma descrita. Pero mucho me temo que no serán muy diferentes. No me parece verosímil que ETA anuncie el abandono definitivo de la práctica del terror sin condiciones ni contrapartidas. Ojalá esté equivocado; ojalá la decisión de la organización terrorista sea la de desaparecer o, en su defecto, la de abandonar definitivamente la práctica violenta. Pero mucho me temo que aún no ha llegado ese momento.