Londres. En sus primeros cien días de gobierno, la coalición que preside David Cameron ha impuesto al Reino Unido una dieta radical de austeridad económica, con la suerte para el primer ministro de que, al menos de momento, los ciudadanos parecen aceptarla. El semanario The Economist no oculta su satisfacción con la valentía demostrada por Cameron y su equipo frente a las advertencias de personalidades, como el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, que han advertido reiteradamente del peligro de aplicar tan drásticos recortes cuando aún no se ha dejado atrás la crisis económica. La revista califica a la coalición conservadora-liberaldemócrata como el Gobierno "más osado" de Occidente por el carácter "brutal" de sus recetas y pronostica que otros países, y no sólo las "tambaleantes Grecia y España, seguirán con seguridad el mismo camino". Lo más sorprendente -o acaso no tanto si se tiene en cuenta la apatía de los británicos- es la aparente resignación con la que la población parece aceptar la dieta de austeridad de los tories. Así, según una encuesta que publicaba ayer The Guardian, un 44% de los ciudadanos aprueba la gestión económica de la coalición de Cameron y Nick Clegg frente a un 37% que la critica.

El líder tory parece haber convencido a sus compatriotas de la imperiosa necesidad de recortar drásticamente los gastos de un Estado hipertrofiado, muy centralizado y con una astronómica deuda de 900.000 millones de libras. Su ministro de Finanzas, George Osborne, halcón fiscal donde los haya, desoyendo a los neokeynesianos, ha decidido aplicar sin contemplaciones la tijera a prácticamente todos los departamentos del Gobierno con la única excepción de Sanidad -los ministerios deben reducir hasta un 40% su presupuesto-. Pero el recorte va más allá del gobierno. El derecho de los discapacitados a una vivienda social de por vida será parte del pasado, la edad de jubilación se subirá, también el IVA. Daily Mail tiene una opinión más crítica. Según el diario, las clases medias pueden perder muchos beneficios universales como los viajes gratuitos en transporte público, las pruebas oculares también gratuitas a partir de los 60 años o ciertas reducciones fiscales por combustible para la calefacción en invierno. Mientras, el Daily Telegraph calificó los recortes como los más duros implementados jamás por una democracia occidental. Además, Cameron se lanzará a la caza de evasores y de quienes se aprovechen fraudulentamente de ayudas sociales: "Están robándoles a los contribuyentes 1.500 millones de libras ganadas con mucho trabajo", argumentó.

Reducir el déficit Según sus defensores, el Gobierno de Cameron no actúa sólo por motivos ideológicos, como fue el caso de Margaret Thatcher, aunque algo hay también de eso: la creencia de que el Estado ha crecido demasiado, opinión compartida con sus aliados liberaldemócratas. Pero el factor que puede haber pesado más es la necesidad, según los tories, de reducir un déficit totalmente desproporcionado -equivalente al 11% del PIB-, y hacerlo desde el primer momento. Cameron pretende, en efecto, rebajarlo a un 2,1% del PIB para 2014/15, lo que representa el mayor recorte fiscal acometido por un país del G7.

A ese adelgazamiento del Estado contribuirá también la segunda parte del programa de reformas, consistente en "apoderar" a la sociedad para que se responsabilice de muchos servicios públicos, entre ellos la educación, profundizando en la vía abierta por Tony Blair. Así, se anima a empresas, grupos de padres, fundaciones benéficas y universidades a crear y administrar sus propias escuelas, que seguirán estando financiadas con dinero público, pero tendrán independencia a la hora de establecer currículos, vacaciones y salarios. Al mismo tiempo se pretende que los médicos de cabecera, agrupados en consorcios, sustituyan a los entes públicos del sector sanitario y sean quienes administren sus propios presupuestos, al tiempo que se les ofrecerán incentivos para que eviten innecesarias y costosas hospitalizaciones de sus pacientes, algo que muchos médicos no se sentirán, sin embargo, en condiciones de hacer.