NO es la primera vez que quedan expuestas las dificultades en las que se mueve el PP vasco a la hora de hacer oposición a José Luis Rodríguez Zapatero. Al fin y al cabo, los populares caminan en un fino cable en el que han de compaginar su acuerdo con el PSE-EE con el encarnizado enfrentamiento que PP y PSOE protagonizan en Madrid. Esta dicotomía obliga a los populares con frecuencia a utilizar actores interpuestos para articular su discurso contrario al de Ferraz sin pisar en el intento al Gobierno de Patxi López.

Y en ese esfuerzo por mantener el equilibrio, el PNV, en su condición de socio presupuestario del PSOE, se ha convertido con frecuencia en el vehículo ideal para canalizar de manera interpuesta las críticas a la política de Rodríguez Zapatero. Claro ejemplo de estas acrobacias es la respuesta que ayer daba el portavoz del PP vasco, Leopoldo Barreda, al tanteo del ministro de Fomento, José Blanco, sobre una hipotética subida de impuestos. La andanada de Barreda, curiosamente, fue dirigida hacia Sabin Etxea, instándole al PNV a aclarar si está dispuesto a "negociar una subida de impuestos" con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y advirtiendo de las consecuencias de "los pactos PNV-PSOE" que "han ido empobreciéndonos". La condición jeltzale de socio presupuestario oficioso de Rodríguez Zapatero -no en vano fueron sus votos los que salvaron las Cuentas Generales de 2010 y el Gobierno sólo cuenta con los jeltzales para salvar las de 2011- hace muy apetecible para el PP vasco este discurso de doble oposición: explícitamente hacia el PNV e implícitamente hacia el Ejecutivo socialista. Implícitamente porque resulta difícil compaginar el abierto desacuerdo que Génova manifiesta hacia la política económica del Gabinete Zapatero cuando las líneas generales del Gobierno Vasco son similares -por convicción o por obligación- y el PP, por ejemplo, acabó apoyando en el Parlamento Vasco el plan de recorte del gasto que incluía la bajada de sueldos a los funcionarios. Una postura que Antonio Basagoiti siempre ha defendido como un ejercicio de responsabilidad, ejercicio que hace unos días no dudó en reclamar a Mariano Rajoy para cerrar la creciente influencia del PNV en la negociación presupuestaria de este año.

Así, Barreda no dudó ayer en enmarcar el globo sonda de José Blanco -"y no es casualidad"- con el inicio de la negociación de los Presupuestos Generales del Estado, coincidencia que llevó al dirigente popular a interpretar que las palabras del ministro de Fomento tienen más de "anuncio previo" que de globo sonda. La política económica es el ámbito en el que con más frecuencia salvaguarda el PP al Gobierno López con esta fórmula de oposición interpuesta. Cuando se adentran en los pantanosos terrenos de la política antiterrorista, los populares no suelen recurrir al PNV para que ejerza de parapeto y la crítica va a tumba abierta.

Ayer Barreda no dudó en afirmar que es "imprescindible una posición clara y nítida del Gobierno de la nación" sobre la existencia o no de contactos con la izquierda abertzale histórica o con ETA, con un "desmentido rotundo" que sea "avalado por los hechos" para que no haya que estar todos los días "pidiendo explicaciones". Y es que esta cuestión, delimitada por el pacto de gobernabilidad con el PSE, es la que sirve a los populares para de vez en cuando marcar el terreno a los socialistas vascos: "Contactos formales o informales, oficiales u oficiosos, son incompatibles con los pactos que mantenemos en el País Vasco".