Vitoria. El Ararteko, Íñigo Lamarca, ha dictado una resolución en la que denuncia que el Departamento de Interior se ha negado a remitirle las grabaciones de los interrogatorios a los cinco presuntos miembros de ETA detenidos en Ondarroa, Deba y Mutriku el 26 de enero, y que denunciaron haber sido torturados durante el periodo de incomunicación. El 15 de junio, Lamarca dio por finalizada su intervención en este caso, tras cinco meses de intercambio de faxes con Interior en los que el consejero Rodolfo Ares cuestionó los criterios del Ararteko a la hora de admitir quejas, alegando que los detenidos por vinculación con ETA denuncian por orden de la banda para desacreditar a la Policía. Lamarca protesta en su resolución por la "falta de colaboración" de Interior, considera "un retroceso en el sistema de garantías" la negativa a facilitar las grabaciones, recuerda que los criterios para admitir quejas los dictan organismos internacionales y exige una investigación interna sobre las presuntas torturas. Ares se negó a facilitar las grabaciones en abril asegurando que la ley le impide hacerlo si hay una denuncia en trámite de investigación, pero ésta no se presentó hasta finales de mayo. En contra de lo que dice la queja planteada por los familiares, aseguró que las heridas que presentaba uno de los detenidos se las produjo al intentar arrojarse por una ventana durante un registro, que se informó a las familias tal y como establece el protocolo de buenas prácticas de la Ertzaintza, y que a los interrogatorios asistió un letrado. Se da la circunstancia de que Ares se querelló contra el abogado de los detenidos, acusados junto a un quinto arrestado de colocar sendas bombas en la sede de la Caja Vital, en Vitoria; y en la comisaría de la Ertzaintza de Ondarroa, por acusarle de ordenar las presuntas torturas. Los arrestados presentaron una denuncia formal en mayo que llevó a la titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Durango a reclamar también las grabaciones de los interrogatorios, pues los cuatro detenidos fueron hospitalizados durante la incomunicación a causa de las contracturas que, según aseguran, sufrieron por ser obligados a mantener posturas forzadas.
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