bruselas. Sintomático de quien tendrá la última palabra en las negociaciones del futuro Gobierno de coalición de Bélgica, el líder de los nacionalistas flamencos, Bart De Weber, fue ayer el político escogido por el rey Alberto II para allanar el camino al futuro Ejecutivo federal. El monarca nombró al flamante vencedor de los comicios legislativos celebrados el pasado domingo, cuyo partido obtuvo 27 de los 150 escaños de la cámara y unos resultados históricos que les convierten en la fuerza más votada. Es decir, será el responsable de liderar y dirigir durante las próximas semanas las discusiones preliminares para formar la futura coalición gubernamental.
De Weber será por tanto quien llevará la batuta de mando y quien se encontrará con los dirigentes del resto de formaciones políticas, representantes socio económicos y sociedad civil para escuchar y determinar si hay posibilidades de llegar a un acuerdo. "Les preguntaré sobre su postura respecto a los tres grandes problemas que tendrá el próximo gobierno: cómo abordar los problemas financieros, cómo poner en marcha una reforma del Estado y como reforzar el vínculo social", explicó ayer. Sobre la base de estas entrevistas, el líder nacionalista decidirá si hay base para el consenso y si se puede avanzar hacia la siguiente fase para formar el nuevo gobierno. En todo caso, el presidente del N-VA se comprometió ayer a ejercer esta tarea con gran discreción.
El nombramiento de De Weber para el puesto de informador afianza la idea del socialista Elio Di Rupo, el gran vencedor de las elecciones en Valonia, como futuro mandatario belga lo que le convertiría en el primer dirigente socialista en ser nombrado para este puesto desde la década de los setenta. "Es una señal positiva para la evolución de las negociaciones", opinan desde el partido socialista francófono sobre el nombramiento del líder flamenco. Al igual que De Weber quieren trabajar con "confianza, respeto y discreción" y aunque reconocen que el desafío es gigantesco por las enormes piedras que tendrá que sortear, especialmente la reforma del Estado federal, "Elio Di Rupo está convencido de que es posible y razonable una solución institucional". De momento, el resto de la clase política belga prefiere callar y no echar leña al fuego de las divergencias. "El N-VA y el PS ganaron por mayoría las elecciones. Es lógico que sean ellos quienes asuman sus responsabilidad", indicaron desde las filas del partido centrista francófono CdH. No fue el único. Los democristianos del CD&V juzgaron positivamente la aceptación de De Weber del cargo.