Vitoria. El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, atraviesa su etapa más delicada desde que llegó a la Moncloa y la necesidad perentoria de aliados le ha llevado a multiplicar sus contactos con otros líderes políticos. Según desvelaba ayer Europa Press, el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, ocupa un plaza destacada en esta estrategia socialista, de forma que en las últimas semanas se ha convertido en habitual destinatario de las llamadas de Zapatero.

El giro en las comunicación de ambos mandatarios se produjo, a iniciativa del presidente del Gobierno, después de que Urkullu anunciara el voto contrario de su partido al decretazo avalado en el Congreso por sólo un voto de diferencia. Zapatero telefoneó a Iñigo Urkullu en un intento de que el PNV modificara su decisión y no votara en contra del decreto de recortes. Sin embargo, el dirigente nacionalista no hizo más que confirmarle personalmente al presidente la decisión que acababa de anunciar.

Escasos días después de la votación, el jefe del Ejecutivo el teléfono de Sabin Etxea volvió a sonar. Al otro lado del auricular, según las mismas fuentes, Zapatero reconoció a Urkullu que no se había trabajado lo suficiente el apoyo del PNV a las medidas del Gobierno para una reducción más drástica del déficit y cumplir así con el mandato europeo.

Las fuentes consultadas por Europa Press explican que Zapatero está actuando ahora conforme al reconocimiento que le hacía a Urkullu y en las últimas semanas ya ha mantenido contactos con el presidente del PNV para recomponer los apoyos, sobre todo, ahora que el Gobierno tiene por delante la necesidad de convalidar en el Parlamento el decreto de reforma laboral que aprobará el Ejecutivo el próximo miércoles y con los ojos puestos en la negociación de los Presupuestos Generales del Estado, cuyo techo de gasto se tiene que aprobar antes de que concluya este periodo de sesiones.

Y es que ante la negativa de CiU de apoyar las Cuentas de 2011, el PNV resulta decisivo para que el PSOE saque adelante los Presupuestos. Lo contrario acercaría el adelanto electoral que ansía el PP.