la habana. Cuba liberó ayer al disidente político Ariel Sigler Amaya, gravemente enfermo y otros seis fueron trasladados a cárceles más cercanas a sus familiares, en lo que supone un nuevo gesto del inusual diálogo entre el Gobierno de Raúl Castro y la Iglesia Católica.
A su salida, Ariel Sigler, afirmó que seguirá luchando por la libertad y la democracia en su país y por la liberación de todos los prisioneros de conciencia. "No voy a dejar en ningún momento de luchar por la libertad y la democracia en Cuba, voy a seguir luchando porque nuestros hermanos que se quedaron en prisión salgan en libertad", afirmó Sigler ya en su casa familiar de Pedro Betancourt en la provincia de Matanzas, donde fue trasladado desde La Habana en ambulancia tras serle concedida la licencia extrapenal.
Sigler, de 47 años agradeció a sus compañeros de disidencia y a la "presión internacional" su liberación. "Esperamos que no sólo yo tenga la oportunidad de salir, que tengamos la posibilidad de salir todos porque nos consideramos todos inocentes", dijo Sigler en referencia a los presos políticos cubanos. En cuanto a las gestiones de la Iglesia Católica ante el Gobierno de Raúl Castro han tenido "cierta repercusión" por las medidas adoptadas hasta el momento con algunos prisioneros, pero Sigler expresó su deseo de que las liberaciones no se estanquen con su excarcelación, "nadie debe estar preso", dijo el disidente que recordó que, en las prisiones, "todavía quedan muchos enfermos que necesitan salir". Entre ellos su hermano Guido que, como él, fue encarcelado y condenado durante la represión de la Primavera Negra de 2003. Tanto Sigler como estos seis presos son miembros del llamado Grupo de los 75 disidentes encarcelados y condenados en la represión de la conocida como Primavera negra de 2003.
proceso de diálogo El anuncio de la excarcelación para Sigler y el traslado de los otros seis presos supone el segundo paso del Gobierno de Raúl Castro sobre los prisioneros políticos tras el proceso de diálogo iniciado en mayo con la jerarquía de la Iglesia católica cubana y que incluye este asunto, entre otros. La primera medida se produjo el 1 de junio con el acercamiento de seis disidentes presos a centros de sus provincias.
Como ocurrió en esa ocasión, las autoridades cubanas comunicaron, en la noche del viernes, la medida al arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega y la oficina de prensa del prelado se encargó de divulgarla a los medios en un comunicado.
Entre las primeras reacciones por parte de la disidencia interna de la isla al conocerse la noticia figura la de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN) que criticó que el Gobierno "dosifique" y "alargue" las medidas sobre los presos.