"La reformulación del Plan, en este documento denominado Convivencia democrática y deslegitimación de la violencia que ahora presenta este Gobierno, introduce, como novedad singular, convirtiéndola además en principio rector del mismo, la idea de que el no reconocimiento de la instituciones democráticas, el abandono de los valores democráticos de pluralismo y tolerancia abren el camino a las posiciones totalitarias justificadoras de la violencia terrorista. (...) La reivindicación de las instituciones democráticas, en especial del Estado Constitucional, junto a la defensa de la tolerancia y pluralismo político se convierten en elementos clave que guían las acciones de este gobierno en aras a conseguir la convivencia democrática entre la ciudadanía vasca. (...) La presencia de las víctimas de la violencia en los centros escolares es un aldabonazo que ha de servir para que afloren valores y hábitos que contribuyan a mejorar la convivencia entre todos".
Así reza la Introducción del documento objeto de la última polémica de la clase política vasca, el mencionado Plan de Convivencia Democrática y Deslegitimación de la Violencia. El arranque del texto define las novedades que incluye, novedades que son más de forma -muchos de los motivos de fricción emanan precisamente del modo en que ha sido gestado este Plan y presentado a la comunidad educativa y al resto de grupos parlamentarios- que de fondo con respecto al anterior Plan Vasco de Educación para la Paz y los Derechos Humanos, aunque ese fondo presente matices de calado en para el discurso político vasco que despiertan las lógicas suspicacias, como la referencia a un "Estado Constitucional" que, obviamente, las formaciones abertzales aspiran a reformar.
la raíz
Original y reformulación
El Plan Vasco de Educación para la Paz y los Derechos Humanos surge del mandato parlamentario incluido en los acuerdos -altamente consensuados- sobre víctimas del terrorismo de 2005, basado en otro documento previo de 2003. El proyecto actual viene a, textualmente, "reformular" el anterior, reconociendo "positivamente" algunos de los planteamientos sostienen el plan original -voluntad de continuidad, carácter interdepartamental o "la concepción de la educación para la convivencia democrática como un conjunto de acciones sistemáticas, estables y evaluables"- y enmarcando esta reformulación en la propia intención recogida en el texto de 2008 de autoevaluarse al año de su puesta en marcha.
Pero el actual proyecto añade una explicación clave a la hora de explicar las "razones del presente documento": "No podemos olvidar el hecho del cambio en la configuración del Gobierno Vasco, resultado de las elecciones celebradas el pasado mes de marzo de 2009. La obligación de cumplir con los compromisos programáticos que le valieron la confianza ciudadana necesaria para dirigir el Ejecutivo vasco justifica aún más la revisión y reformulación del plan desde la evidente necesidad de adecuarlo a la visión y opciones del nuevo Gobierno".
referencias externas
Programa y acuerdo de bases
El programa electoral con el que el PSE-EE concurrió a las autonómicas preveía la modificación del plan de 2008 "contemplando la educación de los sentimientos de los escolares ante el sufrimiento de las víctimas y la educación de su inteligencia en el rechazo de cualquier tipo de violencia y especialmente de la violencia de ETA", favoreciendo "la presencia y el contacto de la escuela con las víctimas del terrorismo trabajando con expertos en la materia". El acuerdo Bases para el Cambio Democrático, suscrito por los socialistas con el PP, no hace mención expresa al plan de educación para la paz, más allá de referencias genéricas al permanente reconocimiento de las víctimas del terrorismo o la determinación política para acabar con los espacios de impunidad o intento de legitimación de la violencia.
el contenido
Priorizar objetivos
Al margen de esas consideraciones, el nuevo Plan centra el foco de atención en las víctimas del terrorismo, considerando que en el anterior documento "se expresa con demasiada timidez la referencia a las víctimas". En aquel texto, dentro del análisis del contexto social previo, se subraya que "la violencia terrorista de ETA no agota, sentadas las afirmaciones anteriores, el panorama de violencias tanto de índole social como de motivación política que también deben ser objeto de atención en cualquier plan integral de educación para la paz y los derechos humanos".
Aquel documento abarcaba pues ámbitos mucho más amplios de victimología, por ejemplo, de la violencia sexista, espacios que el Plan actual considera atendidos hoy en día en el marco, por ejemplo, de la asignatura de Educación para la Ciudadanía. De hecho, el nuevo proyecto entiende que ese enfoque integral elaborado en la anterior legislatura "se aplica luego, en la práctica, diluyendo la relevancia de las víctimas del terrorismo ligado al País Vasco".
Un dato: ni el texto de 2008 ni el actual borrador recogen mención expresa a las víctimas de ETA en su parte dispositiva, prefiriendo alusiones más genéricas a "víctimas del terrorismo", en clara concordancia por cierto con la Ley de Reconocimiento y Reparación de las Víctimas del Terrorismo (junio 2008), que incluye a damnificados por ETA, GAL y grupos de extrema derecha. No obstante, hay un matiz importante: el documento ahora planteado admite su intención de priorizar sobre otros objetivos "la deslegitimación de la violencia terrorista existente en nuestra sociedad, que no es otra que la que ejerce ETA".
deslegitimación de la violencia
Dibujar lo ¿desdibujado?
Es especialmente crítica la visión que el nuevo Plan hace de la calificación de "prioridad esencial y básica" que el anterior texto hacía del objetivo de deslegitimación de la violencia, meta que se considera "desdibujada" por el empeño de articularla con el resto de propósitos de la educación para la paz.
En el texto de 2008 se partía de la consideración de que "que la Euskadi del siglo XXI esté todavía a merced de los azotes de la violencia terrorista y que acabar con ella y su suelo legitimador sea una prioridad no se traduce en términos educativos en una intervención en la que todas y cada una de sus acciones y programas estén ceñidos monográfica y exclusivamente a dicho fenómeno". "Debemos crear el suelo común de intervención en materia de cultura de paz y derechos humanos que conviertan en significativo y coherente el abordaje de la violencia terrorista o de cualquier otra violencia ilegítima", explicaba.
La lectura del proyecto actual es que para una "deslegitimación ética contundente del terrorismo, una condición fundamental es que se asuma correctamente lo que significa la neutralidad de los educadores ante las opiniones diversas de los alumnos que afectan a la ética. (...) Cualquier apoyo al terrorismo, o cualquier justificación o compresión, incurre en esta inadecuación".
la polémica
La presencia de las víctimas
Con estos mimbres, el eje de la polémica, hoy como hace dos años, es la presencia de las víctimas en las aulas. El Plan Vasco de Educación para la Paz y los Derechos Humanos preveía entre sus objetivos específicos relativos a materia educativa "poner las condiciones necesarias para que se detecten todas las manifestaciones de violencia y se actúe con criterios educativos que promuevan el desarrollo de conductas prosociales en todo el alumnado" y "promover la eliminación de la violencia en el tratamiento de conflictos y del dominio sumisión como modelo de relación", retos para los que habilitaba instrumentos como intervenciones en el aula, bien a través de la entonces en despliegue asignatura de Educación para la Ciudadanía, bien a través de "la experimentación de unidades didácticas específicas sobre los derechos humanos, la cultura de paz y también sobre testimonios de víctimas del terrorismo".
En la reformulación de este Plan, la apuesta por la presencia de las víctimas en las aulas es clara: "Defender la centralidad de las víctimas en los procesos de educación para la convivencia democrática implica que éstas se hagan presentes no indirecta y delegadamente, sino directa y activamente. (...) Partiendo además del dato de que en el plan y sus iniciativas esta presencia se muestra difusa y tímida, rechazándose expresamente la modalidad de presencia física".
En cualquier caso, el nuevo proyecto distingue entre la presencia de las víctimas a través de documentos o física y advierte de que "conviene que quede claro que serán los criterios pedagógicos los que decidirán, en cada lugar y momento concreto, sobre la conveniencia de uno u otro modo, sobre la base de que lo ideal es que se dé la articulación de los dos modos de presencia".
herramientas
Didáctica común
Para materializar el núcleo clave del Plan, relativo a la educación en las aulas específica sobre la violencia terrorista, la iniciativa de 2008 subraya "el potencial" de una unidad y un programa didácticos: Historias que nos marcan y Una sociedad que construye la paz. Dos bases de trabajo que el Departamento de Educación puso en marcha de forma experimental y cuyo objetivo final era converger en "una única unidad de intervención al finalizar el curso actual [2007-08] que permita hacer una oferta generalizada a todos los centros del sistema educativo y sirva, además, como embrión de extensión de unidades similares -y actividades complementarias- para otras franjas de edad (primaria, primer ciclo de la ESO). Después de los pilotajes el objetivo final será, por tanto, consolidar un programa específico de intervención tanto en primaria como en secundaria de educación para la paz y los derechos humanos en Euskadi pero especialmente atento, en primer lugar, a elevar la sensibilidad hacia -y el rechazo de- las más graves transgresiones de derechos humanos de nuestro país: particularmente el terrorismo".
A esas dos propuestas pedagógicas se refiere también el plan actual. En primer lugar, se avanza la intención de actualizar y traducir al euskera Historias que nos marcan. En segundo lugar, se pretende modificar Bakerako urratsak, al entender que la unidad resulta "incompleta" y, por último, anuncia la elaboración de nuevos materiales. Como novedad, el proyecto ahora en debate propone la "implicación de los centros" en la construcción del Mapa de la Memoria, a través de su participación en la elección del punto del municipio donde se erigirá el punto de recuerdo, y la celebración de homenajes en las propias escuelas. "Esta iniciativa surge de los propios centros", explica el documento que, añade, "especial sentido tiene la implicación de la comunidad educativa en la celebración del día de la memoria [se ha propuesto fijarlo el 10 de noviembre]. Un escrito conjunto de la Dirección de Víctimas y el Departamento [de Educación] invitará a esta acción".
"historias que nos marcan"
Ocho testimonios
La unidad Historias que nos marcan fue elaborada en 2006 por el centro Bakeaz con cargo a la Dirección de Atención a Víctimas. En la anterior legislatura esta propuesta pedagógica ya fue objeto de polémica en el seno del propio Gobierno Vasco entre la Dirección de Víctimas, el Departamento de Educación y la Dirección de Derechos Humanos, encargada esta última de poner en marcha el plan de paz y que redujo a la mínima expresión esta unidad en el programa piloto impulsado en el curso 2007-08.
El núcleo duro de esta propuesta educativa lo constituyen ocho relatos de víctimas del terrorismo -siete de ETA y una de los GAL-, uno de ellos la controvertida recreación de un zulo, sobre la base del testimonio de Jaime Caballero, secuestrado en 1986 por ETA. Otra, por ejemplo, plantea la discusión sobre la justificación del asesinato, con el testimonio del hermano de Eugenio Olaciregui, cuya muerte defendió ETA acusándole de haber propiciado la detención de uno de sus miembros. El caso de una víctima de persecución plantea la reflexión sobre la base de un juego de rol, en el que los alumnos representan diversos papeles para recrear la soledad del amenazado.
Al margen de los testimonios de las víctimas, la unidad propone una actividad de cineforo y debate con la proyección de las películas Yoyes, Asesinato en febrero, Trece entre mil; también plantea sociodramas y juegos de rol -anexos elaborados por Gesto por la Paz- que proponen situaciones de discriminación racial o de enfrentamiento político en torno a la realidad vasca.