gracias, dios del periodismo, por crear las hemerotecas", colgó un amigo en facebook al comprobar que la era digital nos permite un rápido acceso a lo que cada uno dejó dicho y escrito aquellos días de febrero y marzo de 2003 en los que arrancó, con el cierre policial del diario, el proceso contra Egunkaria.

Patxi López dijo muy poco hace siete años, menos aún de la escueta nota que dejó escrita en su blog el pasado martes al conocer la sentencia absolutoria para los cinco directivos del clausurado diario. Pero lo que dijo nada tiene que ver con lo ahora escrito. Parece que a López, como a la detective Starling en su charla con Hannibal Lecter, le persiguen los balidos de los corderos por los que no hizo nada cuando eran conducidos al matadero. Y ahora, en una nueva pirueta dialéctica, se enfunda el traje de defensor de la libertad de prensa.

Repasemos lo que dijo y, sobre todo, lo que hizo. De lo que manifestó, en las hemerotecas no aparece otra cosa que la crítica cruel al Gobierno de Ibarretxe ( "por la rapidez y contundencia con la que responde ante el cierre del diario, frente a la reacción, más tibia, ante hechos tan probados como un atentado") y la defensa del juez Del Olmo ( "muchos hablan de la presunción de inocencia de Egunkaria, pero no de la del juez, al que se le está condenando sin conocer los datos y las pruebas"). Eso es lo que dijo.

Peor aún fue lo que hizo. Patxi López sólo movió un dedo entonces, y no fue para defender a Egunkaria, sino para apretar el botón de votación en el Parlamento. Votó "no" a la petición de reapertura inmediata del periódico. En eso fue coherente, porque como ha venido ocurriendo después, votó junto al Partido Popular, impulsor principal del cierre desde el Gobierno de Aznar. Fue le seis de marzo de 2003 y ahí están las actas parlamentarias para acreditarlo. Fueron sus actuales socios los inquisidores y el prefirió estar a su lado antes de acompañar a las víctimas.

Aunque a estas alturas el discurso cambiante de López, a veces contradictorio, se haya convertido en una de sus características de obrar en política, la bendita hemeroteca retrata a quien calló y otorgó ante semejante atropello.

Pero ni siquiera este nuevo quiebro le libra de una mayúscula contradicción que no sé si atribuir a las prisas o a que también se saltó la clase de Filosofía (yo la estudié en segundo de BUP) en la que explicaban los principios fundamentales de la Lógica. Vamos a ver: si se dice que "la justicia que dura siete años, no es justicia", no se puede empezar el siguiente párrafo expresando exactamente lo contrario, que "la justicia funciona (?) la tantas veces denostada Audiencia nacional ha hecho justicia". La primera parte se la escuchó a Idoia Mendia y la colocó. La segunda a José Antonio Pastor y también le gustó. Pero las dos juntas no cuadran.

También llama la atención que en tan pocas líneas, supuestamente definitorias ante un hecho tan grave, se dejen abiertas más dudas. Escribe López que aquello no fue un "ataque el euskera" -tiene pinta de que no se ha leído la sentencia porque Bermúdez destaca precisamente que se trataba del único diario en esta lengua y por eso es aún más grave el ataque a la pluralidad- y se utilizó "la justicia como acompañamiento de una estrategia política muy determinada". Señor López, termine la frase: una estrategia política muy determinada que marcaron sus actuales socios del PP, con la inestimable ayuda de su partido, el PSOE, que unas veces aplaudió y otras miró hacia otro lado en aquellos aciagos años donde la estrategia de "todo es ETA" hizo saltar todo lo que oliera a libertades civiles en Euskadi.

¿Y las supuestas torturas, señor López? ¿Acaso no le merece ninguna consideración que el juez señale expresamente en su sentencia que las denuncias son compatibles con los partes médicos forenses? ¿O que muestre a renglón seguido su extrañeza, y sospecha, porque las declaraciones efectuadas ante la Guardia Civil no casen con los hechos acreditados en la vista oral? No parece que al señor López le interese demasiado este escándalo no vaya a ser que enfade a quien le sostiene.

Pero el colmo del ridículo han sido sus palabras en la entrevista que concedió a Radio Nacional de España (otro medio amigo) el pasado miércoles. Insistió en las tesis ya expuestas en el blog, pero cometió un error de bulto porque atribuyó a "un sindicato ultraderechista, de corte fascista" la acusación popular que llevó adelante el caso. No, señor López, esta vez no fue Manos Límpias, sino la Asociación Víctimas del Terrorismo y Dignidad y Justicia.

A algunos les puede parecer una anécdota pero es indigno del más alto representante institucional de Euskadi que no haga ni siquiera los deberes más elementales, esto es, leerse la sentencia que se va a comentar y estar enterado de lo que ocurre en la sociedad vasca. Eran sólo treinta y tres folios, viene en todos los periódicos y no ha tenido en siete años tiempo para enterarse quiénes eran los acusadores.

Ya lo avisábamos hace unos meses que el problema no es de comunicación, aunque imagino el sonrojo de Emilio Alfaro y el resto del equipo de asesores que configuran la corte del hombre que nos gobierna. Lo que ocurre es que donde no hay mata, no hay patata.