Lo peor ha pasado

A Zapatero no le van a faltar apoyos para sanear sus cuentas, pero la izquierda abertzale tiene que hacerse a la idea de que sanear las suyas corre de su cuenta

átense los cinturones que esto va deprisa. No nos habíamos repuesto del susto del jueves 4 -el Ibex-35 se desplomó un 8% en Bolsa y los mercados sacaron el cartel de "España en venta"- cuando el jueves 11 vemos al lehendakari exhibir el último PIB (+0,2%) para anunciar que lo peor ha pasado, mientras Zapatero, todavía un pasito más atrás (PIB -0,1%), ponía a España en los tacos de salida de la recesión y la vicepresidenta Salgado echaba a correr: "2010 será positivo, no habrá recaída".

De un jueves negro asomados a un abismo sin fondo con todos los indicadores de salud económica hundidos, a un Jueves Gordo que anticipa el inicio de un nuevo ciclo económico y permite a la gente echarse a la calle a desafiar el frío al grito de "ande yo caliente, ríase la gente". Los mismos foros internacionales que estigmatizaban a España como la peor amenaza para el euro, rectifican sus augurios y se dan por satisfechos con las medidas que 48 horas antes consideraban atropelladas, voluntaristas e insuficientes.

Dejo a los expertos que nos expliquen si estamos ante la reedición de aquel milagro español que asombró al mundo y nos llevó a vivir por encima de nuestras posibilidades -ahora sabemos que ese milagro tenía los pies en el barro del empleo basura y la especulación- o ante un disfraz de la realidad que, a tono con el Carnaval, está destinado a desembocar de nuevo en el llanto del entierro de la sardina.

Sea lo que sea, de una semana tenebrosa en la que todos hablaban de crisis brutal de confianza en el Gobierno -a juicio del Frankfurter Allgemeine Zeitung, primero negó la crisis, luego frenó las reformas necesarias, y finalmente tomó unas decisiones erróneas o no tomó ninguna-, hemos pasado a esperar otra vez, no se sabe cómo ni por qué, a que escampe. Evaporadas las causas de la desconfianza que hacía huir de estampida a los inversores, ya no asustamos a Europa, lo que urge es rescatar a Grecia y, mal que le pese a un PP ansioso por aprovechar la crisis para llegar al poder, a los 4 millones de parados, a los números rojos de las Cuentas Públicas, a la caída del consumo y la inversión, en Euskadi lo peor ha pasado y en España amanece la salida de la recesión.

No sé cómo ha sido, pero esta súbita recuperación de la esperanza tiene que darle envidia a la izquierda aber-tzale histórica, y también darle qué pensar. Nada tiene que ver, es cierto, una cosa con otra, pero la paradoja está ahí: mientras el Gobierno recibe un insólito crédito para abrir un nuevo ciclo económico, sin tener repalojera idea de lo que hay que hacer, ella lleva meses empeñada en abrir un nuevo ciclo político al que ofrece la contribución de una reforma estructural de su estrategia política sin que la ilusión traspase los límites de su propia militancia.

La confianza, a la vista está en lo que afecta a la crisis económica, es un estado de ánimo voluble que se instala o se resiste, sin que a menudo sepamos bien por qué. Pero sí sabemos que tiene mucho que ver con las expectativas creadas, y todavía más con las defraudadas. Y si es legítimo preguntarse si Zapatero no ha cubierto ya su cupo de decepciones, la izquierda abertzale histórica deberá admitir que, en su caso, huelga incluso la pregunta. Una realidad que no puede eludir cuando solicita a los agentes políticos y sociales que inviertan en su proyecto. Por las razones que sean, a Zapatero no le van a faltar apoyos internos e internacionales para sanear sus cuentas, pero la izquierda abertzale tiene que hacerse a la idea de que sanear las suyas corre de su cuenta.

Este mismo jueves 11, el día que nos anunciaron que lo peor ha pasado, se han cumplido 20 años de la liberación de Nelson Mandela. Cuenta John Carlin que aquel 11 de febrero de 1990 la pregunta era si Mandela iba a poder estar a la altura de las enormes expectativas que había generado. Tan claro como que uno de los problemas de la izquierda abertzale histórica es haber defraudado expectativas, lo es que sacar a su proyecto político de la cárcel de la lucha armada es el camino para recuperarlas. Ese día podremos decir que en Euskadi nos ha pasado lo mejor.

Vuelta y vuelta

por mariano ferrer