Tegucigalpa. El presidente de hecho de Honduras, Roberto Micheletti, afirmó ayer que no renunciará al cargo y que el depuesto Zelaya tampoco volverá al poder aunque lo "quiera el mundo". "No voy a renunciar hasta que termine el periodo que me corresponde constitucionalmente", dijo Micheletti, y advirtió: "Aun y cuando el mundo me lo pida, aun y cuando los países que han estado intransigentemente viéndonos a nosotros con odio, sin justificación, aun así, no lo haré".
Sobre Zelaya señaló que "ya no es presidente de la República", es "un ciudadano común y corriente", pues ya el Congreso Nacional rechazó, el pasado día 2, su restitución.
"El Congreso tomó una determinación histórica y yo creo que desde ese momento él debe de entender que no tiene opción de retornar al poder, quieran los países amigos, los países vecinos o quiera el mundo que él retorne, en este país no va a retornar al poder", dijo Micheletti en una entrevista con la radio HRN.
Micheletti reconoció haber dicho que renunciaría si Zelaya desistía de volver a la presidencia del país. "Planteamos esa posición [de renunciar] antes de las elecciones [del 29 de noviembre], cuando él estaba insistiendo en que no existieran las elecciones y boicotearlas, y provocar desorden en las elecciones, mi temor era que no se pudiese producir ese proceso electoral, tan limpio y tan bonito como sucedió", dijo. "Yo fui electo por el Congreso y el único que me puede destituir o quitar de la posición es el mismo Congreso Nacional", añadió.
El depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, dijo ayer que el "dictador" Roberto Micheletti, que encabeza el Gobierno de facto, desafía al mundo al imponer la transición en el poder de su país. "Es un absurdo, después de todo el rechazo a nivel mundial que ha tenido este golpe de Estado, que ahora el autor del mismo imponga una transición de mando en un Estado ilegal", manifestó Zelaya.
Zelaya, derrocado por los militares el 28 de junio, calificó la actitud de Micheletti "como una aberración jurídica y una práctica antidemocrática, que incrimina a los presidentes de Centroamérica al invitarlos a esta vergüenza", en referencia al cambio de Gobierno del 27 de enero de 2010.