LA nación kurda sobrevive hoy dividida entre los Estados de Siria, Irak, Turquía e Irán; es en este último país, el de los persas, donde los kurdos sufren una de las más duras represiones, la del régimen teocrático de Teherán. Episodios de violencia contra estudiantes, condenas a muerte para activistas pro derechos humanos y encarcelamientos de periodistas independientes acontecen, uno tras otro, sin apenas ser reportados. Para hacer frente a esa anacrónica forma de ver el mundo impuesta por el radicalismo chií, un grupo de estudiantes de varias universidades kurdas decidieron formar el Partido por una Libre Vida en el Kurdistán (más conocido como PJAK).

Alzado en armas contra el Estado de los ayatolás desde la primavera de 2005, el PJAK es una joven organización formada por kurdos de Irán y Turquía que reconoce abiertamente su parentesco con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y su adhesión a la Confederación Democrática del Kurdistán (CDK), ambas organizaciones calificadas como terroristas por Turquía, la Unión Europea y Estados Unidos. Sin embargo, la aparente indulgencia de los estadounidenses hacia estos guerrilleros ha creado una explosiva y enigmática situación en la que Turquía utiliza aviones de la OTAN para ayudar a Teherán en su guerra contra los rebeldes kurdos y Washington aparenta beneficiar, por su manifiesta equidistancia, al PKK-CDK, enemigos acérrimos de sus aliados de Ankara.

Estas contradicciones han alimentado todo tipo de especulaciones, de las cuales destaca la vertida por Seymour Hersh, el periodista de investigación que destapó varias matanzas de Vietnam y las torturas en Abu Ghraib. Se trataría de un operativo encubierto aprobado tres años atrás por el Congreso estadounidense que tendría por objeto desestabilizar Irán usando a las minorías azaríes, baluchas, árabes o kurdas. "Se están utilizando militantes de organizaciones que son consideradas terroristas por Washington como agentes proamericanos en territorio iraní, insiste Hersh, mientras la propia guerrilla del PJAK desmiente y desacredita las fuentes expuestas por el veterano reportero.

No obstante, es un hecho que el líder del PJAK, Arman Hayi-Ahmadi, visitó Washington "para buscar apoyos" entre los congresistas, aunque no confirmó si finalmente fue recibido por ellos o qué beneficio pudo obtener de su estancia. Anteriormente, el demócrata Dennis J. Kucinich dirigió una carta al ex presidente Bush para que éste aclarara si era cierto que Estados Unidos apoya a milicias irregulares varias de ellas consideradas terroristas en sus acciones contra Teherán. Al no recibir una respuesta oficial del Presidente, Kucinich concluyó que "es difícil creer que el PJAK opere desde territorio iraquí sin el conocimiento, apoyo y coordinación de Estados Unidos".

Terroristas con minúsculas A pesar de que el PJAK lleva años realizando operativos idénticos a los del PKK o la satanizada Hezbollah, el Gobierno de los Estados Unidos ha necesitado más de tres años para pronunciarse con claridad sobre el estatus del PJAK en su guerra contra Irán; a lo más lejos que se había llegado fue a una vaga declaración de Ross Wilson, embajador de Washington en Ankara, en la que afirmaba que desde Washington ven al PJAK "como una organización terrorista". Sin embargo, el pronunciamiento definitivo llegó con el presidente Obama, quien nada más llegar a la Casa Blanca definió al grupo como organización terrorista, pero guardando una diferencia respecto a su homólogo del PKK: que la definición "sólo concernía a las actividades económicas de la organización", así como a imposibilitar cualquier tipo de pago a través de ciudadanos e instituciones estadounidenses. "Sólo el Tesoro prohíbe mantener relaciones económicas con el PJAK y no la Secretaría de Estado, que es el ala dura de cada Gobierno norteamericano", aclaran con notable alivio desde el aparato internacional del PJAK. No obstante, el año pasado, Obama dijo estar dispuesto a "tender la mano" a Irán a condición de que Teherán "abra el puño", por lo que no es casualidad que hasta el periódico turco Zaman haya calificado la inclusión del PJAK en alguna de las listas negras estadounidenses como un "claro gesto a favor de Turquía e Irán". Como el analista político y escritor Noam Chomsky afirma, "una vez más, los kurdos son utilizados como moneda de cambio en el gran juego de la geoestrategia".

Un frente remoto Secarrales en verano y nevadas en invierno, las cumbres de las montañas Kandil constituyen un enorme macizo que separa Oriente Próximo del resto de Asia. Es una inmensa muralla natural que ha designado la identidad cultural de los pueblos existentes a la postre de sus extremos. Atravesarla significa sumergirse en valles, circular por cañones y sortear aguas bravas, desfiladeros y cascadas. Mas en la actualidad, a la difícil orografía se le suma un mal endémico de esta región, la guerra. Por si esto fuera poco, el Gobierno Regional del Kurdistán Iraquí ha cedido a las presiones de turcos, iraníes y estadounidenses, por lo que el acceso a las remotas áreas donde permanece el PJAK se ha vuelto harto complicado para los reporteros extranjeros que hasta allí se acercan. Quizás se pretende ocultar al mundo el abandono que sufren sus ancestrales moradores, ya que se advierte con facilidad el ignorado desplazamiento generado por los bombardeos de turcos e iraníes: casas abandonadas, escuelas destruidas y en las cunetas, grupos de refugiados desasistidos malviviendo en tiendas de campaña que la Cruz Roja abandonó tras las mediáticas guerras del Golfo. "Lo más plausible es que se trate de una forma de guardar las formas y no mostrarse al mundo como asociados, por omisión, a la causa de sus vecinos del PJAK y el PKK", asegura Hawar, un experimentado guía más que acostumbrado a eludir los numerosos controles de los peshmerga del Kurdistán iraquí.

Víctimas abandonadas En las inmediaciones del puente de Haso se refugian 110 familias. Les cuesta entender el uso que de ellas hacen quienes dominan la geopolítica. Agiri, un anciano postrado en una rudimentaria silla de ruedas, denuncia el uso que se ha hecho de ellos. "Sadam nos comenzó a tratar como terroristas, la ocupación liderada por Estados Unidos nos designó como víctimas, y hoy nadie se acuerda de nosotros, y quien lo hace es para llamarnos de nuevo terroristas. ¿Para qué tanto cuento con lo de la liberación de 2003?" Xanim, una anciana también desplazada, sobrevive gracias a la leche de las cabras que aún no han sucumbido a las esquirlas de la artillería pesada. Aunque pobre y analfabeta, Xanim sintetiza su situación con una implacable evidencia. "Nos llaman terroristas por vivir en las áreas de la guerrilla, pero somos meros pastores y agricultores. Irán nunca nos ha cuidado y en el vecino Irak, solo nos han dado guerra. ¿Qué esperan de nosotros?". Y concluye. "Además, si fuésemos guerrilleros lo seríamos para defendernos de los Estados que nos atacan. ¿A eso lo llaman ahora ser terrorista?".

A pesar de que es ampliamente conocida la situación humanitaria en las montañas Kandil, las grandes agencias caritativas y los blindados norteamericanos todavía no se dejan ver por aquí. Agiri y Xanim tendrán que enfrentarse de nuevo a este próximo invierno sin la ayuda de sus "protectores", aquel histórico trío de las Azores que emprendieron una guerra "para liberar a las minorías oprimidas" En las bases del pjak En una recóndita gruta de las montañas Kandil, el responsable político del PJAK, Biryar Gabar, desmiente con firmeza las acusaciones de colaboración con los norteamericanos, "No cooperamos ni con los Estados Unidos ni con Israel". Y añade: "No hay que caer en la lógica de que los enemigos de Irán han de ser amigos del PJAK. Los aviones que nos atacan son miembros de la OTAN, e incluso los sistemas de vigilancia aérea son estadounidenses", alega. Gabar se refiere a los aviones que parten de la gigantesca base de Diyarbakir (Turquía), compartida por los turcos y sus aliados norteamericanos, quienes la proveen de una letal tecnología militar.

Desde sus bases en el extremo norte del Kurdistán iraquí, el PJAK lanza ataques sorpresa a los temidos pasdaranes (soldados iraníes). Basta un lanzagranadas y una docena de guerrilleros con fusiles de asalto para detener a toda una columna del Ejército persa, pues el secreto no está en las herramientas de lucha, sino en la sorpresa y la capacidad de huida, factores clave para la desigual guerra de guerrillas. Por ello, las marchas y las patrullas son vitales para el combatiente kurdo, no sólo por la necesidad de una óptima forma física, sino porque las posibilidades de éxito estarán reforzadas para quien domine el terreno en el que se desarrolla la contienda. "Aunque ello no significa que nos dediquemos sólo a correr y disparar. La educación política en nuestras filas es otra constante", añade Gabar mientras organiza los libros y publicaciones del fundador del PKK, Abdullah Ocalan, prisionero de los turcos desde 1999. "Él es en realidad nuestro máximo líder", reconoce sin tapujos. Su relación con el resto del mundo es más fluida de lo que se pudiera imaginar. La pródiga diáspora residente en Europa aporta fondos y todo tipo de recursos. Tampoco el entretenimiento escasea: gracias a sus antenas parabólicas, cada noche ven los partidos de fútbol y la actualidad política a través de la televisión vía satélite ROJ TV, "la única fuente de información fidedigna" para un pueblo al que se le ha negado el derecho a la libre expresión.