LA alianza entre PSE y PP que catapultó a Patxi López a la Lehendakaritza y otorgó a los populares la Presidencia de la Parlamento Vasco -ambos hechos sin precedentes- supuso un claro desmarque de estos partidos con respecto a la línea de enfrentamiento constante entre sus ejecutivas nacionales, aunque en ambos casos la decisión de los líderes vascos contó con el beneplácito de sus jefes de filas.

Pero el devenir de la legislatura ha sembrado de dudas la verdadera autonomía que las siglas vascas ostentan respecto a las cúpulas de Ferraz y Génova o, al menos, el respaldo sin fisuras de sus ejecutivas centrales. En el caso de los socialistas, la polémica originada en la transferencia de las políticas activas de empleo ha puesto sobre la mesa un acuerdo alcanzado por Zapatero y el PNV que López aseguró desconocer en su germinación. Su indisimulado enfado al valorarlo en sede presidencial y su lapidaria frase "me siento perjudicado" reflejó el reparto de galones entre patrones y marineros, aunque estos últimos ocupen un destacado lugar en su formación.

El anuncio del traspaso competencial fijado para el 1 de enero por el propio López -coincidiendo con la visita a Euskadi del vicepresidente Manuel Chaves- ha quedado en agua de borrajas y no deja lugar a dudas sobre el desaire al que la cúpula del PSOE sometió al jefe del Ejecutivo vasco a cambio del respaldo necesario -del PNV- para garantizar los Presupuestos Generales del Estado.

Además del enojo de López, el previsible retraso en la transferencia ha abierto la espita reivindicativa entre las centrales sindicales. CCOO reclamaba ayer al jefe del Ejecutivo autonómico que "ponga pie en pared y confronte políticamente hasta donde sea necesario" para que el Gobierno Vasco asuma lo antes posible las políticas activas, mientras que desde ELA se solicitaba una reunión "urgente" con López para abordar este mismo asunto.

El socio preferente del lehendakari también presiona y su demanda para que el inquilino de Ajuria Enea "dé un golpe fuerte sobre la mesa ante Zapatero" aguarda respuesta. Pero estos consejos no le son ajenos a un partido que también en apenas siete meses de la nueva legislatura ha visto cómo su Ejecutiva estatal rompía el compromiso adquirido por sus compañeros en el Parlamento Vasco.

La equiparación de las normas fiscales vascas a las del resto del Estado, bautizada desde algunos frentes como el blindaje del Concierto Económico, provocó que los diputados vascos del PP se ausentaran del Congreso cuando sus compañeros de bancada votaban en contra de la toma en consideración de la citada iniciativa. Incluso después de que la terna parlamentaria vasca, con el popular Antón Damborenea compartiendo defensa del blindaje junto a Ricardo Gatzagaetxebarria (PNV) y Miren Gallastegui (PSE), argumentase el apoyo casi unánime de la Cámara autonómica a esta proposición -sólo el único parlamentario de UPyD votó en contra-, los compañeros de Mariano Rajoy mantuvieron su oposición.

La labores para "convencer" al resto del partido que anunció Basagoiti fracasaron, al menos en este primero asalto. El combate definitivo se celebrará este jueves en el Congreso, un escenario en el que el Grupo Popular, junto al resto de la Cámara, deberá retratarse y demostrar hasta qué punto avalan el compromiso adquirido por su líder en el País Vasco.