esde hace un par de años no utilizo la parte de arriba del bikini. Me niego. Me da igual si al de al lado le molesta o no. Me da igual que me miren o no. Sólo os digo una cosa: ¡menuda liberación! Es fantástico. Todo son ventajas para nosotras. Cuando entras al mar a nadar es una sensación fabulosa, nada te aprieta o te molesta. Cuando estás tumbada, el cierre ya no te machaca la espalda, ni las cuerdas te dejan marcas. Igual que cuando llegamos a casa y lo primero que hacemos es quitarnos el sujetador. La sensación de liberación es fabulosa. Te relajas de verdad. Aunque si te miras en el espejo, no puedes evitar fijarte en lo que ha hecho el sujetador en tu cuerpo durante todo el día, hablo de las marcas de tortura a las que ya nos hemos tenido que acostumbrar. Y tengo que confesar una cosa: en más de una ocasión he salido de casa sin sujetador. Sí, lo confieso. Ha sido como una prueba donde la adrenalina se me disparaba nada más poner un pie en la calle. Por supuesto que he tenido que aguantar todo tipo de miradas, pero ha merecido la pena. Todavía no puedo entender por qué algo tan natural como los pechos de las mujeres pueden causar tanto revuelo. Todavía no puedo entender “por qué dan tanto miedo nuestras tetas”.