uando ha quedado ya certificado el descenso del Deportivo Alavés a Segunda División, la actuación tiene que ser a partir de ahora precisa como la de un cirujano para resolver cuanto antes los males que han conducido al club a perder su sitio entre la élite y tratar de recuperarlo cuanto antes. Ya amenazado seriamente en campañas anteriores, que se salvaron en el último momento casi siempre porque otros fueron peores, en esta ocasión El Glorioso no ha encontrado ese asidero de fortuna al que agarrarse. Porque si el descenso es duro, que se produzca en las circunstancias vividas en Valencia, siendo remontado por un Levante que ya nada se jugaba y ofreciendo una sensación de indolencia tremendamente dolorosa, es peor todavía. Cuando todo parecía abocado a una última jornada con una oportunidad real de salvarse, el equipo volvió a hundirse en su propia miseria. Toca ahora realizar un análisis preciso de todo lo que viene fallando desde hace tiempo y acometer una limpieza que se vislumbra profunda. Abrir puertas y ventanas para que el aire circule y descargue un ambiente viciado. Todo eso de cara a una temporada, la próxima, en la que el club se juega muchísimo más que regresar a esta Primera División que acaba de abandonar. l