un entrenador se le paga, entre otras cosas, para tomar decisiones y ganar, aunque no todo se reduce a eso. También importan el cómo y los medios que ayudan a satisfacer esos objetivos. Cuando uno es consciente de que su futuro está en juego para, como sucede en el caso de Neven Spahija, seguir en Vitoria la próxima campaña o, en su defecto, ganarse un contrato lejos de aquí, arriesga lo justo y apela al pragmatismo. Con el fin de sellar esta buena tacada de resultados en los últimos tiempos, el técnico croata está saturando de minutos a ciertos titulares y ha retirado de la circulación a los tres canteranos. Estas victorias están dejando una pequeña sensación de orfandad en la afición porque Kurucs y, sobre todo, Sedekerskis han demostrado ser dos jugadores útiles para competir al más alto nivel. Quizás no como primeros espadas pero sí como secundarios dentro de cualquier rotación. Las reiteradas ausencias del lituano producen ya cierta perplejidad. Aquel joven que afrontó varias cesiones hasta convertirse en el mejor guerrero de Ivanovic ni siquiera vale ahora para los minutos de la basura. Spahija tendrá sus razones, pero cuesta entender que un jugador de ese tamaño que siempre ha dado un plus en defensa y el rebote esté atornillado así al banquillo.