sta vez ha sido en la Comunidad de Madrid donde se ha descubierto un nuevo caso de abusos y explotación sexual de menores tuteladas y, por tanto, le toca a su ubicua presidenta recibir las tortas parlamentarias y mediáticas que en otras ocasiones y ante sucesos semejantes han llovido en distintas instituciones de todo signo político y situación geográfica. Sin embargo, esta puntita de lo que parece un enorme iceberg volverá pronto a sumergirse y los poderes públicos seguirán fallando en su responsabilidad como tutores de estas personas por una única razón; la opinión pública no se lo exige. La gente no quiere saber nada de los miles de niñas y niños a los que el fenómeno mena ha privado de la escasa empatía que pudieran haber despertado alguna vez en la calle, y por eso se puede abusar con impunidad de una menor desamparada, porque a casi nadie le importa, y eso no es culpa de la Administración, o no solamente. El sistema, pero también la sociedad en su conjunto, deben empezar por admitir que el problema existe y brindar a estas personas aún por formar el respeto sin el que la autoestima que todo el mundo necesita para construirse una vida plena jamás va a germinar. Que no tengan que echarse en manos de una mafia para sentirse protegidas.