uestros dos principales representantes del territorio están viviendo, en líneas generales, una temporada muy convulsa. En el Alavés era inimaginable pensar en un arranque con tres puntos de los primeros veinticuatro posibles pese a que el club parece condenado desde hace varias temporadas a conseguir permanencias agónicas. Las expectativas en el Baskonia eran mucho más ambiciosas ante el fortísimo desembolso para incorporar a golpe de talonario a jugadores muy deseados. Sin embargo, uno cotiza al alza y el otro a la baja con dos trayectorias a la inversa. Mientras el equipo de fútbol va adquiriendo poco a poco una identidad, la deriva del conjunto de baloncesto resulta inquietante con Baldwin en el ojo del huracán. Una razón emerge a la hora de valorar el desigual estado de ánimo de unos y otros. Mientras Calleja ya es consciente de lo que tiene entre manos, es decir un plantel que no va sobrado de talento, cuyo primer mandamiento debe ser el de no encajar y que ha interiorizado tanto sus virtudes como sus defectos, Ivanovic necesita activar desde ya algún plan B. Puede ser una plantilla limitada en algunos puestos, pero él también debe poner de su parte. Se me ocurre, por ejemplo, quitar esa defensa de cambios automáticos que no está dando ningún dividendo.