e temo que no voy a ser muy original en este pequeño mirador literario, ya que, a falta de mejores novedades con las que devanarme la sesera, voy a volver a escribir sobre el volcán de La Palma. Leía hace unas horas que ya hay un debate soterrado sobre la conveniencia de denominar de una u otra manera al monstruo magmático. Que si Cumbre Vieja (por el parque en el que se encuentran las bocas de lavas), que si Santa Genara (que le tocaba en el santoral), que si Jedey (por uno de los reyes aborígenes de la isla antes de la conquista castellana)... Pensando al respecto, he logrado elaborar una lista con una serie de propuestas, por si alguien con las mismas inquietudes que el que escribe y suscribe estas líneas decide terciar sobre el particular. He de decir en este punto que mis candidatos carecen de poesía, sonoridad, prestigio histórico o notoriedad, pero que, en mi humilde opinión, se ciñen como anillo al dedo a las características de este fenómeno natural que se las está haciendo pasar moradas a buena parte de los habitantes de la llamada Isla Bonita. Mis apuestas son Belial, Samael y Jaldabaoth, sinónimos todos ellos de la expresión máxima del mal cuando esta se presenta como un demonio. Creo que así, quedará retratada la criatura.