ntre los memes veraniegos que han inundado mi teléfono, sin ninguna duda el que explicaba la razón principal por la que Leo Messi no fichó por el Alavés es el que más me ha hecho reír. Por si no les suena, con la guasa propia de estos mensajes, se dice que el argentino se presentó en Vitoria para firmar, pero que al llegar el nuevo cruce entre las calles Beato Tomás de Zumárraga y Pedro Asúa decidió poner rumbo a París, incapaz de descifrar el maremágnum de señales, semáforos y pintadas. Para saber lo que piensan muchos vitorianos de dicho cambio -y de todos los que se están produciendo con la implantación del BEI- no hace falta más que tomarse una caña con los amigos, pues la conversación es recurrente. Lo del viaje y las alforjas viene más al caso que nunca. El carácter alavés tiene una clara tendencia a mostrar reticencia a los grandes cambios, a pesar de que muchos de ellos se demuestren acertados con el paso del tiempo. Como ejemplo el tranvía, que con tantos años de retraso llegó tras ser antes denostado y que tan felices hace ahora a quienes lo tienen a mano. Personalmente, no me gusta el BEI; pero no está de más mirar 60 kilómetros hacia el norte para ver una ciudad que se ha reinventado a golpe de ordeno y mando para florecer y no quedarse estancada mientras aquí se critica todo.