o les voy a engañar, el mercado de fichajes futbolístico me parece una de las etapas más entretenidas del calendario deportivo. Esa ilusión que genera la llegada de nuevos futbolistas a tu equipo y el debate con el resto de aficionados sobre si hace falta este o aquel perfil de jugador es solo equiparable a las horas previas a un partido y al cosquilleo que se siente al entrar en el estadio y ver el césped y las porterías. Las últimas horas de la ventana de traspasos ha ganado incluso más emoción en los últimos años con las redes sociales y plataformas de streming como Twitch o Youtube. Para decepción del alavesismo, no hubo fumata blanca el martes en las oficinas del Mendizorroza y el Glorioso no pudo incorporar un fichaje de última hora, pero, a cambio, pudimos pasar un buen rato con esa operación a tres bandas que implicaba a Saúl Ñíguez, a Griezmann y a Luuk de Jong, que entró sobre la bocina y estuvo a punto de ser catastrófica. En cualquier caso, he de admitir que el mercado ya se me estaba empezando a hacer largo con el dichoso tema Mbappé. Los del Sálvame son unos principiantes comparados con las tertulias y chismorreos a los que hemos asistido en los últimos días. El protagonismo, al fin, será a partir de ahora para el balón.